Black Lives Matter es financiada por 18 de las corporaciones más poderosas

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Fotografía cedida por la Alcaldía de Nueva York donde se muestra un enorme eslogan amarillo del movimiento «Black Lives Matter» pintado este jueves en la calzada frente a la Torre Trump de Nueva York (Estados Unidos). El mural es un proyecto de arte público con el que el alcalde Bill de Blasio desafía al presidente, Donald Trump, y con el que el movimiento antirracista busca atraer miradas y «encender la mecha» de la solidaridad. EFE/Michael Appleton/Alcaldía de Nueva York /SOLO USO EDITORIAL/NO VENTAS.

Las corporaciones entregan fondos a una organización que abiertamente admite querer destruir el sistema capitalista


 

Mamel Fiallo Flor / PanAm Post (Latinoamérica) – 12/07/2020

Al menos 18 de las corporaciones más grandes de EE.UU. (y el mundo) han prometido o donado activamente a la organización principal de la campaña Black Lives Matter (BLM), cuyas fundadoras han declarado ser «marxistas entrenadas».

Microsoft, Nabisco, Gatorade, Airbnb, los sellos discográficos Atlantic, Warner y la empresa que produjo al primer trillonario del mundo (quien se benefició del sistema de entrega a domicilio durante la pandemia del coronavirus), Amazon, se destacan entre los donantes para la causa que manifiesta promover destruir el sistema capitalista.

Black Lives Matter Global Network Foundation se llama la fundación de la red global que recibe los fondos en beneficio de los activistas cuyo ideario socialista les ha llevado a reivindicar públicamente el legado de Fidel Castro y Hugo Chávez e incluso homenajear a Nicolás Maduro.

Según reporta Diario de Cuba, el 27 de noviembre de 2016, dos días después de la muerte de Fidel Castro, el movimiento BLM le rindió homenaje en una declaración diciendo: «Aunque ningún líder está libre de defectos, debemos responder a la retórica de derecha y defender a El Comandante», que termina en español: «¡Fidel vive!».

De la misma manera, Alicia Garza, una de las tres fundadoras de BLM rindió homenaje al aniversario del ascenso al poder de Hugo Chávez. Como se puede observar, la adhesión de las líderes al socialismo data de más de una década atrás.

Tanto así que una de las tres fundadoras de BLM, Opal Tometi, actuó como observadora durante las elecciones parlamentarias del 2015 en Caracas. En vista que perdió el oficialismo, BLM emitió un manifiesto público donde titulado Black Lives Matter en solidaridad con el pueblo venezolano. En dicho escrito las activistas llaman «contrarevolucionarios» a la oposición en Venezuela, término vigente en la Cuba comunista de partido único donde no se permite criterio disidente.

Esto incluye a los 5 millones de exiliados que optaron por escapar de la persecución, el hambre y la pobreza que ya superó al 90% de la población. Pues prefirieron su supervivencia por encima de respaldar a la revolución socialista.

Tometi además formó parte del panel que condecoró a Nicolás Maduro en la Cumbre de Líderes Afrodescendientes en Harlem, Nueva York. Es decir, mientras BLM alega luchar contra la represión policial en los EE.UU. premia activamente a un tirano que ordena la represión contra toda oposición.

La dialéctica de la contradicción, un concepto hegeliano del cual se ha valido el socialismo desde sus raíces, está presente en el accionar de BLM. Dicen luchar contra la represión pero premian a quien la ejecuta, siempre y cuando sea su aliado ideológico. De igual manera convocan a destruir el capitalismo pero se alimentan de él, en cuanto beneficia a su causa.

Hasta Marx sabía que para entrar a la fase socialista era necesario primero pasar por el capitalismo. Pues el socialismo nada produce, solo distribuye. Es así que Black Lives Matter se alimenta de 18 de las corporaciones más grandes del mundo.

BLM Global Network Foundation comenzó en 2016 con el patrocinio fiscal de Thousand Currents, un grupo progresista sin fines de lucro fundado por Susan Rosenberg, condenada y encarcelada en 1984 por terrorismo doméstico, a su vez vicepresidenta de la junta directiva.

Thousand Currents anunció que todas las donaciones filtradas a través de él, corporativas y de otro tipo, «se reciben como donaciones exclusivamente para apoyar las actividades de BLM».

En la página oficial de Microsoft se puede observar la declaración pública donde promete 250.000 dólares para Black Lives Matter. El mismo monto fue ofrecido por la marca de desodorante AXE, que pertenece al grupo Unilever, que ofreció otros 100 000 dólares con otra marca de desodorante.

Airbnb, la corporación multimillonaria que ofrece de hospedaje sin invertir en infraestructura en mantenimiento sino con las propiedades de las personas que sí lo hacen, donó medio millón de dólares en beneficio de Black Lives Mater y ofrece sumar fondos donados por sus empleados por un monto similar.

Este fenómeno se conoce como «woke capitalism», un «capitalismo despierto» a las causas de «justicia social». Para las empresas se trata de publicidad. Invierten en visibilidad durante una campaña de trascendencia internacional.

«Los capitalistas nos venderán la soga con que los ahorcaremos», dice una cita apócrifa adjudicada a Lenin, el primer líder de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.

En la actualidad se ve mediante estas 18 corporaciones. Con el ánimo de vender invierten en una organización fundada por transfeministas, dicho en sus propias palabras: «Marxistas entrenadas».

El manifiesto de M4BL, Movement for Black Lives, el compendio de organizaciones afines a BLM, dice textual: «Los sistemas interconectados de supremacía blanca, imperialismo, capitalismo y patriarcado configuran la violencia que enfrentamos».

«Como personas oprimidas que viven en los Estados Unidos, el vientre del imperio global, estamos en una posición crítica para construir las conexiones necesarias para un movimiento de liberación global. Hasta que podamos derrocar al imperialismo estadounidense, el capitalismo y la supremacía blanca, nuestros hermanos y hermanas de todo el mundo continuarán viviendo encadenados», agrega.

Black Lives Matter promueve un «socialismo racial» donde los sujetos de opresión del socialismo clásico, el proletario frente al burgués, toma un tinte racial. Y el agregado «interseccional» del transfeminismo lleva la lucha de clases del ámbito económico al sexual.

De modo que la sociedad proponen no busca la igualdad sino la estratificación, siendo la mujer, negra, transgénero y discapacitada (con obesidad mórbida, por ejemplo), el último escalafón. Para remediarlo, BLM exige mayores impuestos, subsidios e incluso sueldo mínimo provisto por el Estado, realidad que en estados progresistas como California se está por cumplir.

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