Dignidad

0
515
¡Qué terrible desengaño esperaba a esos miles de ahorristas!

La estafa la ejecutaría nada menos que el BCV, la máxima autoridad monetaria del país, que debía regirse por el principio de responsabilidad pública, y apuntar a ser ejemplo y guía del quehacer financiero en Venezuela


 

Rafael Correa Flores / Venergia.org (Venezuela) – 10/02/2021

Un día de agosto de 2018

La elegante sala de reuniones de la Presidencia del Banco Central de Venezuela bullía de excitación: los Altos Directivos presentes intercambiaban animados comentarios alrededor de la gran mesa de reuniones. Tanto el Presidente del Banco, un joven recién nombrado(1), como los directivos más experimentados, estaban eufóricos. Parecía que hubiesen logrado una gran gesta financiera.

Desde su lugar en segunda fila, Antonio Tocof, asombrado, sentía un dolor lacerante como economista profesional, con casi treinta años de experiencia en el BCV.

La Directiva del Banco justo había acordado devaluar el Bolívar Fuerte, y no moderadamente, sino al ¡cien mil por ciento! Es decir, le quitaban cinco ceros al Bolívar Fuerte y al resultado lo llamaban ¡Bolívar Soberano! Una devaluación desconocida en los anales económicos no solo en Latinoamérica, sino en el resto del mundo!!!

Incrédulo, Tocof observaba la alegría de los directivos, ¡que habían consumado aquella monstruosidad, celebrándola como si de una gran victoria se tratase!

En una economía con hiperinflación declarada, donde los bienes y servicios subían desmesuradamente todos los días, y empobrecían dramáticamente a la población venezolana, los directivos del BCV celebraban la mega devaluación de la moneda, ¡sin reparar en los graves perjuicios que causarían a los venezolanos!. Tampoco parecía importarle que la hiperinflación continuaría agravándose, mientras el propio Banco Central imprimiese ingentes millones de bolívares inorgánicos; es decir, sin respaldo.

¿Acaso no conocían estos personajes que los dos objetivos fundamentales del BCV eran lograr la estabilidad de precios y preservar el valor interno y externo de la unidad monetaria? Así lo establecía claramente el Artículo 318 de la Constitución. Con la híper devaluación el BCV atentaba directamente en contra de ambos objetivos.

En términos de ortodoxia económica, el BCV sufría un fracaso estruendoso en su misión, con ribetes de anomalía histórica para la economía mundial, y ¡allí estaban estos ignaros inconscientes, celebrando alegres su gesta, porque habían cumplido las instrucciones de sus dirigentes políticos!, aunque  para ello habían traicionado los fines del BCV. El dolor interno de Tocof era casi físico, sentía una opresión en el pecho y una dolorosa pesadez en el cerebro.

La estafa

Poco a poco se iban calmando las voces y, eventualmente, el Presidente reparó en el Vice presidente de Operaciones Nacionales que trataba de llamar su atención.

-«¡Por favor señores!» -levantó su voz al auditorio-, «el compañero Pérez solicita la palabra!»

El aludido se levantó de su silla, para abarcar mejor a los presentes:

-«Presidente, hay un asunto colateral que resolver: se trata de los Títulos de Interés y Capital Cubierto. En particular el TICC 032019(2), que como saben está denominado en dólares, aunque es pagadero en bolívares» -sabia perfectamente que el Presidente no tenía noción del asunto, por lo que trataba de explicarse con detalle para evitar situaciones embarazosas-. «Con la nueva tasa de cambio oficial, de 60 Soberanos por dólar que se ha decidido adoptar luego de la reconversión monetaria, deberemos prever al menos seis mil millones bolívares Soberanos, para pagar a los tenedores del bono en marzo de 2019″.

El rostro del Presidente demostró desconocimiento y alarma. Lo poco que sabía de la situación del Banco le permitía deducir que cualquier pago sería problemático. Sin embargo, continuó rápidamente el Vice presidente Pérez:

-«Hemos encontrado una manera de evitar pagar esa alta suma a los tenedores de los TICC, que por otra parte son generalmente ricos y ¡además enemigos de la revolución!»

Pérez hizo una pausa teatral, orgulloso de su discurso que, junto a la propuesta que había urdido, esperaba le granjeara el favoritismo del nuevo Presidente.

-«¿Cómo es eso, Vice Presidente?» -indagó ansioso el Presidente que no tenía idea de lo que pudiera plantearse, pero a quien le sonaba bien eso de no pagar a los ricos y enemigos de la revolución.

Pérez sonrió complacido y explicó:

-«La fórmula que hemos encontrado implica adelantar la fecha de vencimiento y rescatar los bonos ahora, al precio actual del Bolívar Fuerte. Luego se ejecuta la reconversión monetaria» -evitaba cuidadosamente mencionar la palabra ‘devaluación’«y el resultado calculado de esta manera, es que el Banco paga aproximadamente uno con setenta Bolívares Soberanos por dólar, en lugar de los sesenta de la nueva tasa de cambio. Así, el total a pagar por el Banco a los inversionistas, no será de seis mil millones de Soberanos, sino únicamente de ciento setenta  millones. Es decir, evitaríamos pagar a los enemigos de la revolución cinco mil ochocientos treinta millones de Soberanos» -concluyó con ¡¡entusiasmo y gran satisfacción!!

Tocof  casi se cayó hacia un lado de la silla. Sintió el impacto de la indignación en el pecho, y un vahído de asco que lo hizo beber agua ansiosamente.

Lo que se proponía era equivalente a una estafa, pero no realizada por un comerciante sin escrúpulos o un timador profesional, que no tendrían las capacidades para hacerlo. La estafa la ejecutaría nada menos que el BCV, la máxima autoridad monetaria del país, que debía regirse por el principio de responsabilidad pública, y apuntar a ser ejemplo y guía del quehacer financiero en Venezuela, y en lugar de ello actuaría con alevosía y ventaja en contra de los ahorristas.

-«¡Pero ese bono se vence en marzo de 2019!» -leyó el Presidente de una nota que le había pasado un ayudante.

-«Si presidente» -replicó rápidamente Pérez-, «pero el  Banco  tiene la potestad legal de adelantar la cancelación de  cualquier bono, cuando circunstancias de fuerza mayor lo ameriten».

Tocof sabía que en efecto el Banco tenía esa potestad legal, pero para situaciones de emergencia y para el logro de Los Altos fines de la política monetaria, no para castigar indebidamente a los ahorristas en general y menos por considerar que fuesen ¡¡ricos o enemigos de la revolución!!

La estafa la ejecutaría nada menos que el BCV, la máxima autoridad monetaria del país.

También sabía que su cuñado, modesto empleado de una compañía ferretera, era uno de los venezolanos que había invertido sus ahorros, trabajosamente acumulados a lo largo de los años, en el TICC 032019. El no era ni rico ni enemigo de la revolución, al igual que otros miles de ahorristas, muchos agrupados en cajas de ahorros y cooperativas, sólo habían tratado de protegerse de la devaluación del bolívar, invirtiendo en los bonos del BCV, confiando en la equidad de la máxima autoridad monetaria del país, símbolo de responsabilidad, estabilidad y seguridad monetaria y financiera. ¡Qué terrible desengaño esperaba a esos miles de ahorristas! Serían víctimas de una dolorosa felonía perpetrada precisamente por la máxima autoridad monetaria del país, el BCV.

Tocof no pudo contenerse, se incorporó y alzó la mano solicitando la palabra, sintiendo una oleada de calor e indignación en su rostro, y un temblor incontrolable, producto de la tensión, en sus manos:

-«Sr. Presidente»  -trató de mantener una voz calmada y hablar pausadamente, cuando el Presidente le indicó con un gesto que tenía la palabra-, «es conveniente considerar que la mayoría de los tenedores de bonos del BCV, son pequeños ahorristas que han confiado en nuestro Banco, y a través del TICC procuran protegerse de la hiperinflación! Violentar la fecha de vencimiento del TICC y perjudicar a los tenedores, enviaría una señal muy negativa a los ahorristas sobre la actuación del Banco. Se pondría en entredicho la confiabilidad y seguridad de los instrumentos monetarios del Banco, y afectaría negativamente la emisión de futuros instrumentos financieros».

Tocof había hablado de un tirón, condensando sus observaciones lo más que pudo, y al hacer la pausa percibió las miradas hostiles de algunos de los directivos. Sólo los profesionales con reconocida trayectoria en el Banco, que sabían lo acertado de sus observaciones,  lo miraban con aprobación. Aprovechó el desconcierto que había causado en la Directiva para concluir:

-«Por ejemplo, Señor Presidente, los “lingoticos de oro” que han sido anunciados por el Sr. Presidente de la República tendrán aceptación en la medida en que los inversores confíen en el Banco. El tratamiento que se dé al TICC 032019 puede afectar negativamente la confianza de los ahorristas en el Banco y en los lingoticos».

Algunos murmullos y rostros de incredulidad matizaron en ese momento la reunión. Una posición contestataria viniendo de un funcionario de tercer nivel, no era acostumbrado. Varios directivos querían hablar, pero el Presidente vio la oportunidad de hacerse sentir en el seno de la Junta Directiva. Con voz solemne anunció:

-«Al designarme como Presidente del Banco Central, el Sr. Presidente de la República me indicó que tenía su plena confianza y que contaba con mi lealtad a la Revolución y a su persona…  ¡Yo no pienso defraudarlo! ¡Bajo mi dirección, este Banco apoyará irrestrictamente las políticas económicas de nuestro gobierno y los objetivos de La Revolución! En este sentido, considero prioritario para el Banco, defender los intereses del Gobierno Revolucionario, antes que los beneficios y ganancias excesivas de los privilegiados de derecha, y enemigos de la Revolución».

Obviamente, el novel presidente estaba recitando una lección aprendida y no tomaba en cuenta la responsabilidad institucional que le correspondía -pensaba Tocof conforme escuchaba la perorata política. Era tan absurdo que públicamente estaba violando los lineamientos constitucionales sobre la Autonomía del BCV, al reconocer que lo había designado el Presidente de la República.

Calixto Ortega, actual magistrado del Tribunal Supremo de Justicia, padre de la «criatura».

En efecto, la razón por la que había accedido a la presidencia del Banco, era ser hijo de un magistrado del Tribunal Supremo de Justicia, destacado cuadro político del partido de gobierno y cercano colaborador del presidente de la República. Ninguna trayectoria profesional lo calificaba para el cargo.

-«Así pues, acuerdo que se adelante el rescate del bono TICC 032019 y que se pague en bolívares fuertes, según lo propuesto por el Vice Presidente de Operaciones Nacionales» –concluyó tajantemente el novel presidente. «¿Alguna observación o pregunta adicional?» -añadió desafiante(3).

Lo abrupto de la intervención hizo caer un pesado e incómodo silencio en la sala de reuniones.

Dignidad

Tocof sintió la indignación en todo su ser. Aquel  fanático  actuaba con una petulancia comparable a su irresponsabilidad e ignorancia. Sabía que contradecirlo tendría sus consecuencias, pues algunos colegas habían sufrido represalias en oportunidades anteriores, por tratar de actuar con responsabilidad técnica y profesional, por sobre los lineamientos político-partidistas. Pero ya no podía soportar tanta sevicia, no podía aceptar que la ignorancia fanática continuara imponiéndose al profesionalismo y al conocimiento de la teoría económica. En su interior sintió la necesidad imperiosa de rebelarse contra el atropello, la injusticia y la maldad. Nuevamente levantó la mano y solicitó la palabra. El Presidente y un coro de rostros incrédulos lo escudriñaban cuando comenzó a hablar:

-«Sr. Presidente» -su voz era firme y trataba de hablar pausadamente a pesar de sentir un volcán interior en erupción. «Considero que la decisión que aquí se anuncia, resulta injusta y perjudicial para los miles de ciudadanos que han confiado en la seriedad y honorabilidad del Banco Central de Venezuela. Los somete a pérdidas y perjuicios en su patrimonio, sin justificación económica o ética».

Un silencio tenso había descendido sobre la sala de reuniones. Los rostros asombrados e incrédulos indicaban que nadie esperaba que un funcionario de tercer nivel, como Tocof, tuviese el valor de oponerse públicamente a una decisión tomada por la más alta instancia del Banco.

Considero igualmente» -continuó Tocof- «que con las decisiones hoy adoptadas en esta Directiva, el BCV está violando los objetivos fijados por la Constitución en su Artículo 318, referidos a la estabilidad de precios y la preservación del valor de nuestra unidad monetaria. La actual política de la Directiva ha ocasionado la destruction del Bolívar y el auge de la hiperinflación, lo que constituye un colosal fracaso. También opino que la credibilidad del Banco y su prestigio sufrirán una dolorosa disminución, que será particularmente sentida por quienes hemos dedicado nuestra vida laboral a esta institución. El BCV será percibido como artero y ventajista enemigo de los ciudadanos que confían en el ahorro como sano instrumento para su progreso material. El resultado de esta percepción se comprobará en el fracaso de futuras emisiones de instrumentos financieros, asi como en otras instancias».

El Presidente hizo señas para que dejase de hablar y Tocof supo que le iban a cortar el micrófono, así que apresuró sus palabras.

«¡Sr. Presidente, Señores Directores!, mi responsabilidad y ética profesional me obligan a distanciarme públicamente de las decisiones erradas de esta Junta Directiva, y me impiden continuar formando parte del personal de empleados de este Banco, por considerar que ha perdido el norte institucional y se ha transformado en un apéndice espurio del gobierno de turno. Presento pues mi formal e irrevocable renuncia al cargo de jefe del Departamento de Deuda Pública que hasta el momento he venido desempeñando”.

Tocof  terminó de hablar en medio de un murmullo creciente de voces alteradas, como si hubiese alborotado un avispero. Sin embargo, se sintió enormemente aliviado. Percibía como en segundo plano, como en modo silencio, los ademanes, los gestos, las expresiones de los presentes. En su interior sentía una gran tranquilidad, una fuerza poderosa y una satisfacción, casi un regocijo interior. Recogió sus notas con tranquilidad y caminó pausadamente hacia la salida de la sala. A su alrededor como entre niebla fueron quedando las palabras del presidente, que apenas le llegaban como un murmullo, y las figuras difusas, como fantasmas, de los directores y funcionarios que hablaban, gesticulaban y se movían desordenadamente…

Nada de ello lo turbaba, pues ahora sentía físicamente una fuerza interior inconmovible, una fuerza llamada DIGNIDAD(4).


  • Notas:
    (1) Calixto José Ortega Sánchez es ingeniero industrial (Universidad del Zulia). Actualmente ocupa la presidencia del Banco Central de Venezuela.
    (2) Datos de el Bono: Título de Interés y Capital Cubierto – TICC 032019. Emisión: 13 de febrero 2007 – Vencimiento: 21 de marzo 2019. Código SICET DPUSO5187-0014. Base legal: Decreto de emisión Artículo 6 de la Gaceta Oficial No. 38791 del 17 octubre 2007.
    (3) En la página web del Banco Central no aparece publicada ninguna resolución que justifique el adelanto del Rescate del TICC de su fecha de vencimiento del 21 marzo 2019 al 9 agosto 2018. Solo se encuentra disponible un memorándum con instrucciones del BCV a la Bolsa Pública de Valores Bicentenaria. Es decir, la base jurídica del Rescate deL TICC no está publicada en la web del BCV (si es que existe).

    (4) Al efectuarse el rescate adelantado e irregular, el BCV pagó 1,72 Bolívar Soberano por cada dólar de los ahorristas, pero la tasa oficial del BCV a partir del día siguiente era de 60 BS por dólar. Esa fue la magnitud del despojo.
  • Rafael Correa Flores / Expresidente del Parlamento Latinoamericano.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.