La ignorancia petrolera del venezolano, un festín de corruptos

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La fase de Petróleo en Venezuela comienza en el año de 1921.

Gumersindo Torres cuenta que se dedicó con devoción universitaria al estudio de la cuestión del petróleo y las leyes americanas, rusas, mejicanas, que regían su explotación


 

Werther Sandoval / Últimas Noticias (Venezuela) – 08/07/2020

Narra Gumersindo Torres que cuando asumió por primera vez el cargo de ministro de Fomento, en 1917, tuvo que encargarse de setenta contratos para la explotación de petróleo, sometidos todos por personas de la política y de la familia del presidente, General Juan Vicente Gómez (1908-1935), “quienes me urgían tanto que hube de manifestar en Gabinete mi firme resolución de no despacharlos aprobándolos, porque yo nada sabía de tal materia”.

La crónica de su vida es contada en el libro Memorias de Gumersindo Torres. Un funcionario incorruptible en la dictadura del General Gómez, publicado en 1996.

Detalla que ninguno de los ministros sabía de petróleo, por lo que propuso tomar un tiempo de estudio y los resultados fueran presentados en forma de un decreto ejecutivo reglamentario sobre esas explotaciones. “Autorizado, pues, unánimemente por el Gabinete, comencé a estudiar y devolví los contratos a los interesados, no sin que cayera sobre mí la mala voluntad de cuantos ya tenían, propiamente hablando, negociados sus contratos”.

Torres cuenta que se dedicó con devoción universitaria al estudio de la cuestión del petróleo y las leyes americanas, rusas, mejicanas, que regían su explotación. Luego de meses, presentó el proyecto de un primer decreto “y aunque lo mandé ocho días antes a cada ministro, llegado el día de su consideración, la mayoría absoluta de mis colegas ni siquiera lo había leído”.

Explica que durante la discusión en Gabinete, dos de los ministros impugnaron violentamente el proyecto de decreto, “pero como discurrían sin saber nada de la materia, hicieron hincapié en la condición de privilegio en que quedaban las compañías desde antaño constituidas. Argüí que esa desigualdad nacía de un hecho cumplido, los contratos con esas compañías, los cuales eran leyes que no podía tocar el Ejecutivo”.

Dada esta atadura legal, Torres alertó que el proyecto de decreto nacía en consecuencia con tres grandes fallas: La primera, las enormes concesiones de 15.000 hectáreas solo legitimadas por no haber catastro de regiones petroleras ni geólogos de confianza y que por ese motivo se había preferido la concesión grande y cuadriculada en forma de tablero de ajedrez, con derecho del contratista a escoger primero para sí las blancas o negras, quedando para el gobierno como reservas nacionales las negras o blancas que unidas por un ombligo al contratista, tendrían siempre gran valor.

Segunda falla: No se exigía, como en otros países, el depósito en un banco elegido por el gobierno, del dinero para efectuar los trabajos, evitando que los mismos contratos fueran a negociarse en la Bolsa de Petróleo. Torres señala que tal exigencia no fue incluida porque al no haber capitales en los contratos celebrados por el gobierno con particulares venezolanos, solo los extranjeros celebrarían contratos y si en un futuro los nacionales vendían en la Bolsa los contratos, iban a decir que él (Torres) puso en venta la República.

Tercera falla: Las exoneraciones fueron dejadas de manera permanente con la excusa de estimular a la industria petrolera, aun cuando Torres era partidario de solo dejarlas los primeros años.

“…nada explicaba porque un contratista vendía –traspasaba- su contrato a tantos (bolívares) por hectárea, haciendo una ganancia fácil y en ocasiones fabulosa y que eso mismo no lo podía hacer la Nación, elaborando contratos de manera directa, sin intermediarios. Pero es que ese es uno de los modos de penetración que tienen los petroleros, iguales todos, para ir agarrando la presa. Ingleses, holandeses, franceses, etc., aprendieron la lección yanqui y no le olvidaron ni punto ni coma. La historia del petróleo es la misma en todas partes del mundo. Universalmente impopulares, lo cual nada les importa porque la ecuación para ellos es de dos términos: oro para penetrar y petróleo para extraer. Apropiados del contrato traspasado, entonces, para todo, sacan a sus gobiernos”.

Una vez reglamentadas las concesiones petroleras en 1918, Torres señala que llovieron los contratistas y se contrataron por miles de hectáreas, desde el mar Caribe, Lago de Maracaibo, lecho de los ríos, cumbres de montañas no escapando ni el Páramo de Mucuchíes.

«Todo el país se contrató y los miles de contratistas, directamente unos y como presta-nombre otros, fueron venezolanos, quienes, por tanto y cuanto, traspasaron sus contratos a extranjeros ¡cuántos de aquellos calificaron más tarde de entreguistas al General Gómez!»

Una de esas compañías extranjeras fue la Caribbean Petroleum Company, propiedad de la holandesa Shell, que recibió en un traspaso turbio la concesión de manos del Dr. Valladares. La transnacional simuló paralizar sus operaciones de explotación para no pagar impuesto alguno. Frente a esto, Torres exigió de igual forma pagar un tributo al Estado de mil bolívares anuales por concesión, más el impuesto superficial de 1.500 bolívares.

“Y vi entonces nuestra ignorancia, la del Gabinete y la mía, pues hemos debido cobrar más… Por más que ganamos en conocimientos, perdimos, durante el desarrollo de la industria en Venezuela, la oportunidad de sacarle mayor provecho y la de aumentar los fondos del fisco nacional”, expresa Torres.


  • Artículo publicado en Últimas Noticias el día 01/07/2020
  • E-mail: wesado@gmail.com

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