Susana Rafalli alerta posible instrumentalización del hambre como estrategia de control

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Raffalli subrayó que el indicador de acceso a la canasta alimentaria ya no es un indicador de seguridad alimentaria, sino de destrucción masiva del trabajo en Venezuela.

Para Raffalli no solo se trata de malas políticas económicas, sino de la posible instrumentalización del hambre en Venezuela como parte de una estrategia de dominación y de control político y social sobre la población


 

Daisy Martínez / Efecto Cocuyo (Venezuela) – 22/10/2020

La emergencia humanitaria compleja en Venezuela no conoce de treguas. La nutricionista y experta en seguridad alimentaria Susana Raffalli advierte con preocupación que el hambre es el punto de partida de una serie de “destituciones masivas” dentro de los hogares de los venezolanos, porque para poder alimentarse recurren al “fiado”, se endeudan y buscan otros lugares para comprar más barato.

“Cuando no pueden por esas vías pasan a vender sus bienes para comer, buscan alimentos en la basura, la niña y la mujer venezolana es la que está en estos momentos recurriendo al sexo transaccional por comida, hay otras consecuencias como la deserción escolar y el aumento del trabajo infantil”, afirmó durante el foro promovido por la Asamblea Nacional para presentar los resultados de la llamada Encuesta del Hambre.

De acuerdo con este sondeo, realizado vía telefónica a 950 personas entre el 12 y el 14 de octubre, más de 80 % de los caraqueños no tiene dinero para comprar alimentos.  Raffalli subrayó que el indicador de acceso a la canasta alimentaria ya no es un indicador de seguridad alimentaria, sino de destrucción masiva del trabajo en Venezuela.

“La gente está resolviendo por otras vías, cómo es posible que el salario mínimo o la pensión de un jubilado es equivalente 0,8% de la canasta y no nos hayamos muerto todos, la economía del hogar está fundamentada en otras cosas. La pérdida del valor del trabajo, del ingreso mínimo, es dramática”, alerta.

Para Raffalli no solo se trata de malas políticas económicas, sino de la posible instrumentalización del hambre en Venezuela como parte de una estrategia de dominación y de control político y social sobre la población. “En salas de planificación de los CLAP se habla de electores y no de personas”, dice.

Una comida o dos al día, explica, no significa que haya inseguridad alimentaria porque así come la población de la costa y los llanos, quienes, describe, se hacen un desayuno completo para pasar la jornada de trabajo y comen al regresar en la tarde. El problema está en la disminución de la calidad de la alimentación.

“Por supuesto, cuando hay un patrón habitual de tres comidas al día y de golpe te quitan uno o dos es un impacto, pero aun así lo más determinante es la calidad de la alimentación y se observa más en las grandes ciudades, porque en las zonas rurales tienen acceso a sus conucos y las restricciones de movilidad al aire libre en medio de la pandemia son menores”, agrega.


  • Artículo publicado en el Efecto Cocuyo el día 21/10/2020

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