Antonio Casas González (1933–2021)

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Casas González fue por encima de todo un intachable servidor público.

Contribuyó a la formulación del III Plan de la Nación, el cual introdujo nuevos derroteros al desarrollo de Venezuela, especialmente en la búsqueda de una menor dependencia de los ingresos petroleros


 

Luis Xavier Grisanti / Reporte Católico Laico (Venezuela) – 02/04/2021

El fallecimiento de Antonio Casas González (1933–2021) ha entristecido al gremio de los economistas venezolanos y latinoamericanos y a la sociedad civil. Licenciado en Economía y Magister de la Universidad de George Washington (su padre era diplomático), Casas González fue por encima de todo un intachable servidor público, reconocido por tirios y troyanos por su profesionalismo, su buen juicio, su probidad y su don de gente.

Educado en su Mérida natal, pero también en Buenos Aires y Washington, el hijo de don Antonio Casas Briceño y doña Blanca González Puccini, ambos pertenecientes a respetadas familias andinas, inició su prístina carrera profesional en la Embajada de Venezuela en Washington, donde sirvió como consejero petrolero adjunto luego de la restauración democrática del 23 de enero (1958–1960). Entre 1961 y 1969, fue economista en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID); experiencia que le permitió familiarizarse con las estrategias de desarrollo económico de América Latina y el Caribe, entonces orientadas a la sustitución de importaciones. En aquellos tiempos trabó amistad con los economistas más destacados de la región.

Cercano a la democracia cristina, el presidente Rafael Caldera, en su primer mandato constitucional (1969–1974), le llamó a servir en su gobierno; primero como viceministro de Fomento (1969–1972) y más tarde como jefe de la Oficina de Coordinación y Planificación de la Presidencia (CORDIPLAN, 1972–1974). Desde estas posiciones, el economista merideño contribuyó a la formulación del III Plan de la Nación, el cual introdujo nuevos derroteros al desarrollo de Venezuela, especialmente en la búsqueda de una menor dependencia de los ingresos petroleros mediante el estímulo a las exportaciones no tradicionales y el desarrollo de los recursos minerales, hídricos y forestales de la Guayana venezolana. Acompañó a su colega de gabinete, Arístides Calvani, en la creación del Instituto de Comercio Exterior y en la promulgación de la Ley de Estímulo a las Exportaciones no petroleras.

En 1989 fue designado director principal de Petróleos de Venezuela, S.A. (PDVSA) por el presidente Luis Herrera Campíns, desde donde, como responsable de las finanzas corporativas, trabajó por la solvencia y autonomía financiera de la casa matriz. Fue más tarde vicepresidente de PDVSAEstados Unidos (1988–1990) y director gerente de PDVSA–Reino Unido (1990–1994), cuando fue llamado de nuevo por el presidente Caldera en su segundo período constitucional (1994–1999), para nominarlo como presidente del Banco Central de Venezuela (BCV), ratificado por el Congreso Nacional por mayoría calificada conforme a la Ley.

Casas González ejerció con brillo la presidencia del Instituto Emisor, en momentos en que empezaba a aplicarse la nueva Ley del Banco Central de Venezuela, promulgada por el presidente Ramón J. Velásquez en 1993, la cual consagró la autonomía financiera del Instituto. Junto con los ministros de Hacienda, Julio Sosa Rodríguez y Luis Raúl Matos Azócar, se aplicaron en armonía políticas fiscales y monetarias para el manejo exitoso de crisis bancaria, con el asesoramiento del Fondo Monetario Internacional. Se robustecieron técnica y profesionalmente la Superintendencia de Bancos (SUDEBAN) y el Fondo de Garantía de Depósitos (FOGADE), conforme a la nueva Ley de Bancos de 1993, la cual preceptuó la autonomía de ambas instituciones en pro de la protección del sistema financiero y de los ahorristas y depositantes.

Como colega economista, quien suscribe tuvo el privilegio de trabajar cerca del Dr. Casas González tanto en PDVSA como en el BCV y el Fondo Monetario Internacional (FMI), donde no sólo pudimos apreciar su solidez profesional, sino su calidad humana de hombre para quien la arrogancia, el rencor y la envidia le eran totalmente ajenos. Siempre presto a ayudar al prójimo, su pasión preeminente (después de su recordada esposa Nuna y sus hijos), fue Venezuela.

Un vínculo profesional especial se desarrolló entre nosotros a lo largo de los años. Ambos fuimos egresados de la Universidad de George Washington, agregados petroleros en Washington y economistas en el BID, mediando una generación. Este servidor fue su alterno en la gobernación de Venezuela ante el FMI, donde el distinguido venezolano fue elegido segundo (1995–1996) y primer vicepresidente (1996–1997), y luego presidente del Grupo de los 24 (1997–1998). Fue entonces cuando el FMI comenzó a revisar sus estrategias de ajustes macroeconómicos en favor de políticas sociales, bajo la dirección del director–gerente francés, Michel Camdessus.

Venezuela formuló entonces la Agenda Venezuela, mediante la cual el país retomó la senda del crecimiento económico, al restablecer el equilibrio de sus cuentas nacionales, bajar la inflación, aumentar el empleo, fijar un tipo de cambio libre y competitivo e incrementar la producción petrolera con nuevos socios nacionales e internacionales calificados; todo ello con precios del petróleo deprimidos que promediaron $13-14 por barril durante todo el segundo quinquenio del Dr. Caldera.

Venezuela pierde a quien, calladamente, sin cámaras de televisión ni presunciones de superioridad, sino con seriedad y competencia, sirvió con decoro a su país. Tony Casas se ha despedido con el aprecio y el afecto de muchos venezolanos y latinoamericanos. Sólo hacemos votos porque Venezuela continúe contando con servidores públicos de su calibre profesional y ético.


  • Artículo publicado en Reporte Católico Laico el día 01/04/2021
  • @lxgrisanti

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