Crece reclutamiento de niños venezolanos por guerrillas colombianas

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Históricamente, los grupos guerrilleros han adoctrinado a menores para inflar sus filas ordenándoles a cumplir tareas ilícitas. En Venezuela esta problemática no solo persiste, sino que se acrecenta. (Archivo).

El informe anual de FundaRedes revela cómo organizaciones criminales captan a niños venezolanos para utilizarlos en fines ilícitos


 

Emmanuel Alejandro Rondón / PanAm Post (Latinoamérica) – 03/07/2020

En su informe anual, la ONG FundaRedes dio a conocer el modus operandi de los grupos armados y guerrilleros para engrosar sus filas mediante la captación de niños venezolanos en situación de vulnerabilidad de las fronteras del país. El triste destino de estos chicos es verse obligados a participar en las actividades ilícitas de estas organizaciones criminales.

El informe espeta realidades contundentes que muchos desconocen. La principal es cómo las fronteras venezolanas —indiferentemente si es de Brasil o Colombia— se han convertido en un caldo de cultivo que sirve para el adoctrinamiento de los niños y jóvenes que residen en esas zonas. En Venezuela, la cultura de la violencia se adueñó de las fronteras ante la complaciente mirada del régimen liderado por Nicolás Maduro en favor de grupos guerrilleros de ideología marxista. El hampa contribuye a que la violencia se acreciente.

FundaRedes señala que “la presencia cada día más notoria e intensa de los grupos armados irregulares en la frontera venezolana con Colombia, a lo que se agrega la omisión del Estado venezolano en el cumplimiento de sus cometidos institucionales, ha generado una afectación agravada a los niños, niñas y adolescentes que viven en estos territorios”. También deja claro que estos grupos ya no pueden ser llamados únicamente colombianos (su origen es de allí), pues también hacen vida en Venezuela con el amparo del Estado chavista. Incluso varios de los grupos son de origen puramente venezolano, tal y como señala el informe.

Estos grupos, tanto los de origen colombiano como los de origen venezolano, desarrollan actividades ilícitas que trastocan el armónico proceso de vida que en años anteriores vivió la sociedad venezolana de las zonas de frontera, estableciendo patrones de conducta que desfiguran el sentido del trabajo y el cumplimiento de la ley.

La ONG considera que la frontera es un espacio donde la población se encuentra sometida a un contexto opresivo. No tienen seguridad institucional ni social y están a merced de organizaciones criminales.

Modus operandi de grupos guerrilleros en comunidades fronterizas de Colombia y Venezuela. (FundaRedes).

Crisis humanitaria acrecienta la problemática

Este contexto prende la mecha de lo que ya es una situación compleja debido a la crisis humanitaria, política, económica y social que enfrenta Venezuela. La frontera no está exenta de esta problemática nacional. Los niños se encuentran en una situación de extrema vulnerabilidad que los convierte en presas fáciles de los grupos que ejercen el control de las zonas imponiendo miedo entre los ciudadanos.

En el informe también se señala que “la captación de niños y adolescentes en las instituciones educativas, para ser incorporados a las redes de los grupos armados superan, hasta el año 2019, los 30 mil estudiantes. Pero tan solo en el 2019 el reclutamiento directo o indirecto, alcanza a 15 mil infantes y jóvenes”. Es decir, en un solo año se igualó la cifra de años anteriores.

“Cálculos conservadores de FundaRedes indican que hasta el año 2018 más de 15.000 venezolanos, muchos de ellos en edad escolar, trabajan directa o indirectamente para grupos armados en las zonas de frontera; en el año 2019 esa cifra se duplicó. Los estados donde hay mayor cantidad de niños y adolescentes expuestos a esta vulneración son Zulia, Bolívar y Táchira; en este último es común ver cantidad de jóvenes trabajando como caleteros o carretilleros bien sea a través de pasos formales o ilegales (trochas)”, dice el informe.

El apartado clave del documento sobre los menores víctimas de grupos ilegales que operan en la frontera colombovenezolana tiene tres ítems:

    1. Guerrilla colombiana capta a niños venezolanos para ingresarlos a sus filas.
    2. Grupos armados irregulares explotan a niños y adolescentes venezolanos en la frontera.
    3. Niños venezolanos expuestos a los enfrentamientos de grupos armados irregulares al asistir a clases en Colombia.

Instalaciones educativas, objetivo de las organizaciones criminales

Las abandonadas escuelas rurales son los lugares en los que más operan estas organizaciones. Donde no llega el Estado venezolano llega la guerrilla, abarcando toda la zona fronteriza y utilizando a las instituciones educativas como centros de adoctrinamiento marxista. Las condiciones están dadas para ello: los colegios están deteriorados, la dotación de materiales es casi nula, la mayoría de los jóvenes se encuentran en una situación de pobreza —sus padres no tienen recursos suficientes—, carecen de alimentos, útiles, juguetes y suficientes uniformes. Todo esto es aprovechado por criminales que no tienen reparo en usar estas instituciones como centros de control para sus actividades ilícitas.

Estos grupos seducen a los jóvenes ofreciéndoles “Útiles escolares, regalos e incluso dinero”. La intención es lograr que los niños se unan a sus filas, todo esto teniendo presente que los padres de los chicos no tienen la capacidad de ofrecerles alimentación adecuada, útiles escolares o juguetes.

Materiales de adoctrinamiento marxista proporcionados por organizaciones armadas. (FundaRedes).

El Ejército de Liberación Nacional (ELN) y las «disidencias» de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) habrían censado hasta 20.624 estudiantes para entregarles útiles escolares y empezar el proceso de adoctrinamiento. Para el año 2018 las guerrillas colombianas “habían intervenido en al menos 214 escuelas de Táchira, Apure y Amazonas; para el año 2019, la cifra supera las 325”.

FundaRedes informó que recibió más de treinta denuncias de ciudadanos provenientes de los estados Zulia, Bolívar, Amazonas, TáchiraApure sobre censos que el ELN realizó en sus casas durante el receso escolar del 2019 entre los meses de julio y agosto. Lo que buscaba indagar es la cantidad de niños por comunidad que asistían a la escuela, su promedio de edad, nivel de escolaridad y sus principales necesidades para evaluar una distribución masiva de útiles.

Otros datos preocupantes

La ONG no solo se encargó de recabar información sobre las operaciones de los grupos guerrilleros y la captación de menores, también hizo un exhaustivo trabajo sobre el riesgo que implica el cruce de fronteras, dónde están ubicadas las más de 250 trochas que representan un peligro para los venezolanos que buscan huir de la crisis humanitaria. De hecho, en estos cruces hubo 32 asesinatos confirmados y actualmente hay 233 personas desaparecidas. Los venezolanos serían víctimas tanto de los grupos irregulares como del hampa común.

Más de 250 trochas distribuidas por el país. (Captura de pantalla del informe de FundaRedes 2019).

En el documento también se detalló el problema que significa la posesión de armas de fuego en manos desconocidas. “El conflicto armado que no cesa en la pugna por el control de territorio y del cultivo de droga en suelo venezolano, como se evidencia en municipios del estado Zulia, Táchira, Bolívar y Amazonas; sumado al número creciente de venezolanos que terminan siendo empleados por estos grupos armados irregulares con salarios en moneda extranjera para hacer todas las operaciones ilícitas en nuestro territorio, devienen en la consolidación de un ambiente polemológico”, reza el informe.

“En ese sentido, FundaRedes consignó el registro de doscientas veintiocho mil doscientas noventa y cuatro (228.294) armas identificadas una a una por: marca, modelo, serial y tipo de arma; dicho registro corresponde a la sistematización que, de los faltantes de armas y municiones, llevan los diferentes cuarteles, polvorines y cuerpos policiales del país, que a su vez tienen la calificación de solicitadas”.

(FundaRedes).

Asimismo, se revela cómo escuelas en distintas partes del país, en especial aquellas que están en zonas rurales de la frontera, fueron ocupadas por «disidencias» de las Farc o miembros del ELN, y son utilizadas como instalaciones de operaciones tácticas y de control ilícito: Los estudiantes que asisten a clases en estas poblaciones (rurales fronteras con Colombia) deben, además de padecer el progresivo deterioro de las condiciones para continuar sus estudios, sortear los riesgos que implica compartir las instalaciones educativas con grupos armados irregulares que toman estos espacios para desarrollar sus operaciones tácticas y para establecer allí centros de comando para el control de actividades ilícitas.

“Uno de los casos más documentados por FundaRedes, con fotos y videos, fue el de la Escuela de Tienditas, en el municipio Pedro María Ureña, ubicada a pocos metros de un puesto de control de la Guardia Nacional Bolivariana, donde guerrilleros se asentaron y ordenaron desalojar a los militares. Un agravante en este caso es que la institución continúa realizando sus actividades educativas como de costumbre, compartiendo espacio ocasionalmente con los irregulares armados”.

Los venezolanos también son víctimas de los pasos fronterizos. La crisis humanitaria los obliga a buscar vías alternas para escapar del país en búsqueda de oportunidades. El problema es que estas trochas son de alto riesgo, pues allí gobierna el hampa organizado o común. Antes de la pandemia por la COVID-19, entre 3.000 y 5.000 venezolanos salían diariamente del país. No se libran del peligro al cruzar la frontera, pues allí son esperados por los famosos “coyotes”, dedicados a lucrarse mediante el tráfico de migrantes.

La ONG arroja los siguientes datos: más de 15.000 venezolanos participan en tareas ilegales como contrabando, recolección de hoja de coca, extorsión, sicariato o trata de personas. Las bandas delincuenciales en Cúcuta (ciudad colombiana que limita con Venezuela) captan menores entre los 12 y 14 años a cambio de paga o, en su defecto, bajo amenazas. Las mujeres son secuestradas y prostituidas.

Impunidad y mirada complaciente, la fórmula del régimen para afrontar esta situación

A la tiranía chavista no le desagrada en absoluto que guerrillas y grupos armados u organizaciones marxistas afines instauren miedo en la población y adoctrinen a los niños venezolanos. Que organizaciones como las Farc, el ELN, entre otras, estén allí además de colaborar con la represión contra los venezolanos y en aumentar el control social, también sirve para confrontar al hampa común. Entre ellos se disputan el poder territorial y las perjudicadas son las familias que residen en las zonas.

El modelo cultural donde la violencia rige con puño de hierro ha sido beneficioso para la tiranía socialista. Los valores sociales y familiares se pierden por completo, los niños crecen en un ambiente violento y con el pasar de los años terminan replicando esto en la sociedad.

La violación sistemática de los derechos fundamentales e individuales de los venezolanos en las fronteras debería ser una alarma para el mundo entero. No es una situación que solo afecte a Venezuela y a miles de familias, Colombia también se ve afectado, Brasil tampoco queda atrás. La trata de personas y el narcotráfico se potencian y el adoctrinamiento ideológico termina por corromper a las futuras generaciones sembrando la semilla de la guerrilla en los niños venezolanos. Haciendo de este un problema que perdure, que pase de generación en generación y que no se solucionará con facilidad. Hay que hacer algo, y con urgencia.


  • Artículo publicado en PanAm Post el día 29/06/2020

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