EEUU: Vuelta a la clásica política exterior

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“Estados Unidos moviliza silenciosamente su economía contra China”: David Ignatius - The Washington Post. 

Como era previsible, la reciente decisión de EEUU de sancionar a Rusia y bombardear un enclave iraní en Siria, la coloca en colisión estratégica directa con dos de los grandes soportes del régimen de Maduro


 

Orlando Ochoa-Terán / Venergia.org (Venezuela) – 09/03/2021

La teoría clásica del realismo político asume que la política, como la sociedad en general, están regidas por leyes objetivas fundamentadas en la naturaleza humana. La teoría asume que el estadista distinguirá entre su “deber oficial”, pensar en el interés nacional, diferenciado de sus deseos personales. Donald Trump, sin experiencia alguna no comprendió esta noción. Su altivo desconocimiento le costó el dudoso honor de haber sido el único presidente en la historia de EEUU que ha sido sometido a juicio en dos ocasiones y en un solo período.

En el mundo del poder no existe el status quo, asegura John Mearsheimer, doctrinario del realismo político. “Si una gran potencia tiene una marcada ventaja sobre sus rivales es muy probable que su conducta sea más agresiva, en virtud de esa capacidad”. Si las relaciones entre estados están determinadas por niveles de poder que se derivan fundamentalmente de la capacidad militar y económica, muy pocos entendieron la posición del expresidente Trump de someterse a la influencia de Vladimir Putin de Rusia, un estado que económicamente representa la tercera parte de la economía de California.

Mearsheimer sostiene que «solamente un estado desorientado deja pasar la oportunidad de convertirse en una hegemonía porque está conforme con el poder presente».

Como habíamos previsto, la nueva administración de Biden no tardó en flexibilizar los músculos de primera potencia al sancionar a Rusia y bombardear un enclave iraní en Siria. En el caso de las sanciones a Rusia, el Departamento de Estado las acompañó expresamente con su inconformidad por el apoyo a las autocracias de Venezuela y Siria al tiempo que les aseguraba que “el tono y la substancia con Rusia serían diferentes al anterior gobierno”. Un importante cambio cualitativo que coloca a EEUU en confrontación estratégica directa con dos de los grandes soportes del régimen de Maduro y en línea con la oposición venezolana encabezada por Guaidó a la cual, contemporáneamente, le ofreció un abierto respaldo. No hay coincidencia, en diplomacia “decir es hacer y hacer es decir”.

La historia de las relaciones internacionales enseña que no existen principios universales rígidos que guíen a los estados de modo que el pragmatismo ha sido el mejor modo que EEUU ha aplicado para resolver problemas y disputas. En el caso Venezuela el Departamento de Estado optó por el pragmatismo, el apoyo a Juan Guaidó. Un principio reconocido universalmente que no terminan de comprender grupos opositores venezolanos, por razones de entendederas de unos y por intereses personalísimos de otros.

Operaciones Basadas en Efectos

El realismo ofensivo es una subteoría estructural que a diferencia del realismo clásico de Morgenthau, culpa a la anarquía, no a la naturaleza humana, ni a la competencia por la seguridad de las grandes potencias, de los conflictos en las relaciones internacionales.  Para el influyente Mearsheimer, ningún estado está satisfecho con la cantidad de poder que posee, sino que busca la hegemonía por razones de seguridad. Mearsheimer sostiene que «dada la dificultad de determinar cuánto poder es suficiente en el presente o el mañana, las grandes potencias reconocen que la mejor manera de prevenir su seguridad es adquirir hegemonía ahora y de esta manera eliminar la posibilidad que mañana lo desafíe otra gran potencia».

«Solamente un desorientado estado deja pasar la oportunidad de convertirse en una hegemonía porque está conforme con el poder presente». ¿Un Estado o un desorientado presidente de un Estado?

Es fácilmente perceptible que la concepción que predomina en la política exterior de Biden, es la misma que irrumpió a raíz de los conflictos en el Medio Oriente de los 90 y el 11 de septiembre de 2002, con la excepción del período de Trump. El concepto clave incluso de guerra e intervención militar ha cambiado radicalmente. Para el general David A. Deptula, teórico de la novísima concepción de conflictos denominada Operaciones Basadas en Efectos (Effects-Based Operations), las diferencias en las nociones de conflicto de hace unas décadas son tan grandes que el autor las compara con la visión del mundo de Tolomeo y la actual con la de Copérnico. Cuando Donald Trump anunció para Venezuela la “opción militar sobre la mesa” hablaba de la visión de Tolomeo.

Neorrealistas sostienen que como el conflicto es el resultado de la anarquía en las relaciones internacionales, lo más probable es que continúe como medio de resolver disputas en el futuro. Bajo la doctrina de Operaciones Basadas en Efectos, las próximas intervenciones, no necesariamente se ajustarán al concepto de «invasión militar». La noción de Operaciones Basadas en Efectos, “tiene como objetivo controlar sistemas que el adversario usa para el despliegue de su poder e influencia, como transporte, redes eléctricas, comunicaciones, etc.”. Estas acciones están destinadas a inducir efectos específicos en el adversario. Más que destrucción física el objetivo es paralizar “centros de gravedad” y neutralizar la capacidad del adversario para funcionar a nivel estratégico. Para el prestigioso think-tank, Rand Corporation, en un análisis contratado por el Departamento de Defensa de los EEUU, las Operaciones Basadas en Efectos (EBO) se definen como «concebidas y planificadas para un conjunto de sistemas con una gama de efectos directos, indirectos y en cascada».

Según el ensayo del brigadier general David Deptula, “Effects-Based Operations – Change in the Nature of Warfare”, «una entidad política se debe asociar a un sistema que consta de subsistemas en los cuales el adversario confía para influir en la población. Se trata de limitar el uso de su fuerza armada hasta lograr efectos específicos en porciones del sistema que haga que todo el sistema de un adversario resulte ineficaz o inútil».

La teoría de esta concepción del conflicto ya está servida para iniciar una nueva era de intervenciones más sutiles o a distancia. ¿Aplicable en Venezuela? No es fácil anticiparlo, pero lo cierto es que, contrario a todas las predicciones del cultismo a Trump, acerca de un gobierno de Biden con acento socialista y en entendimiento con la autocracia criolla y la cubana, la clásica y pragmática política exterior de EEUU está de regreso.

Y por ahora, el primer beneficiario es la oposición venezolana, encabezada por Juan Guaidó.

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