Horacio Medina – 1

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“Acusé formalmente ante la Consultoría Jurídica a  varios personajes de matraca, de corruptos, y hubo algo que me rompió todos mis niveles de paciencia y se fue la tolerancia pál carajo".

«Nunca he cedido en mis posiciones y en mis principios, no es una que adopto en el 2002, es algo que siempre he tenido desde que en la Universidad Central de Venezuela fui presidente del centro de estudiantes de la Escuela de Petróleo»


 

Alfredo Cedeño / Textos y Fotos (Venezuela) – 08/06/2020

Este es uno de esos trabajos que te enredan la vida, es de esas notas que se redactan con una mezcla de emociones que te hacen bambolear por mil estados. Escribo con admiración, respeto y cariño por este hombre que no deja de ser el mismo muchacho que nació en Caracas el 20 de mayo de 1953; también lo hago con dolor, rabia, frustración y tristeza por el lote de mujeres y hombres como él que hemos perdido físicamente; pero que siguen apostando por el país y siguen tratando de aportar su granito de arena para la reconstrucción necesaria. Una larguísima conversación con Horacio Medina, sostenida en su actual residencia en Estados Unidos, donde debió asilarse ante la persecución implacable de los rojos rojitos, la compartiré con ustedes en dos tandas, esta es la primera de ellas.

“Nunca he cedido en mis posiciones y en mis principios, no es una que adopto en el 2002, es algo que siempre he tenido desde que en la Universidad Central de Venezuela fui presidente del centro de estudiantes de la Escuela de Petróleo, lo que pasó con De Colubio en Pesas y Medidas, y después en la Sociedad Venezolana de Ingenieros de Petróleos. Ha sido una posición de vida.” Con su parquedad característica, en menos de 30 segundos, Horacio Medina hipersintetiza cuatro episodios de su vida: su rol como vocero de los empleados de PDVSA en el año 2002, su enfrentamiento sin cuartel con César Pieve Duarte en la Facultad de Ingeniería, sus denuncias por corrupción en el Servicio Nacional de Metrología Legal en Pesas y Medidas; y su gestión vertical en la SVIP donde dejó su huella.

Hombre humilde que no esconde haber sido vecino de San José del Ávila, “después viví un tiempo en la parroquia Santa Rosalía, muy cerca de donde estaba originalmente Radio Caracas,  y luego me fui a Monte Piedad, en la parte de abajo de los bloques, donde estuve hasta ya haber entrado a la Universidad Central de Venezuela. Primero estudié en  el colegio Luis Razetti, después me gradué de bachiller en ciencias en el liceo Andrés Bello. Provengo de una familia que no tenía recursos suficientes y eso implicaba que tenía que trabajar porque tenía que contribuir también a la casa. Mis padres son inmigrantes de las Islas Canarias, mi papá ya falleció, mi mamá todavía vive, gracias a Dios. Mi papá era carpintero, trató de hacer algo cuando llegó aquí en la época de Pérez Jiménez, pero luego las cosas se complicaron y terminó manejando taxis. Él tuvo bastante problemas de salud, primero tuvo un accidente casi mortal y puedo referir que la vida se la salvaron en el Periférico de Coche, cuando los periféricos funcionaban y fui testigo de eso, mi papá estuvo al borde de la muerte por un accidente muy grave en la Coche-Tejerías, pasó en total casi un año y medio después de ese accidente, y más adelante tuvo también un infarto. Por todo eso, mi mamá que era conserje tenía que fajarse y yo procuraba ayudarla.” Debo explicar que revivir estos episodios para Horacio son latigazos afectivos que le quiebran la voz y le mojan muchísimo los ojos. Traga grueso y sigue: “Yo procuraba también con algunos ingresos por lo menos ser independiente y contribuir de alguna manera con la casa. Creo que esos fueron unos años muy duros, pero de mucho aprendizaje. Pero logramos salir adelante y fueron momentos de mucha unidad familiar.”

Fueron tiempos cuando, amén de ayudar a su madre a limpiar las escaleras del edificio, consiguió trabajo como motorizado en La Exhibición Industrial, “una empresa familiar muy pequeña, y a ellos yo les hacía lo que era el cobro, después pasé a ser despachador, luego fui facturador, estaba de Madrices a Ibarras en el centro de Caracas.” Ya eran días en que cursaba estudios regulares en la Facultad de Ingeniería, donde ingresó en abril de 1972. “En esa empresa me  dieron un gran apoyo, sin ellos yo creo que hubiera sido muy difícil graduarme, tenía muchas facilidades, no era fácil estudiar Ingeniería, ayudar a la casa, trabajar, y además lo que todos los jóvenes hacemos: la rumbita, la cosa.” Ello no significó que se desentendiera de su entorno universitario y fue así como llegó a encabezar una plancha unitaria con el apoyo de Ruptura, la Liga Socialista, Copei, Acción Democrática, “o sea una mescolanza extraña, el único que no nos apoyaba y había una razón fundamental era el MIR, quien tenía un candidato para la presidencia del Centro de Estudiantes, un gran amigo mío, una de las personas que yo políticamente más respetaba en aquel momento, lamentablemente falleció en un accidente, Iván Guerra quien fue el secretario general del Centro de Estudiantes e hicimos  una gestión que básicamente era una, no había ninguna diferencia profunda. Yo tuve muy buenas relaciones con todos, en aquellos años en la Universidad Central ebullía, años 76, 77, la izquierda; la mayoría de  mis amigos eran todos de esa tendencia.”

Horacio tiene bien ganada fama de ser una persona afable, pero firme, que no se le agua el ojo para abordar lo que sea y a quien sea, es por eso que no me extrañó cuando en el momento más inesperado me soltó: “Para definirlo de una vez y que no le quede a nadie ninguna duda, yo soy un hombre pro partido, yo defiendo a los partidos políticos, de la tendencia que sean, dentro del marco de la defensa de la democracia porque son insustituibles para ella, sin embargo, yo nunca he militado en ninguno y no lo digo por mal, sencillamente no lo he hecho. Yo tuve una relación muy cercana con la Liga Socialista donde tuve muy buena relación con Alberto Berroterán, vegetariano para más señas. Con Ruptura también y pude participar en varias de las discusiones cuando ellos estaban haciendo los libros sobre la industria petrolera, que dicho sea de paso -y aquí suelta Horacio una de varias revelaciones que confió el día de nuestra conversación- los escribió Bernard Mommer con un seudónimo; eran unas discusiones interesantes donde participaban Néstor Francia, Argelia Bravo, y algunos otros líderes de Ruptura -se está refiriendo a gente como Douglas Bravo, Francisco Prada Barazarte, Ramón Morales Rossi, Eligio Sibada (comandante Magoya), Alí Rodríguez Araque, Dimas Petit Vásquez, Diego Salazar y Kléber Ramírez, entre otros-. Fue una época donde tuve muchísimo acercamiento con grupos de izquierda pero con independencia, siempre con total independencia y además siempre comprometido con muchas de las propuestas que, a mi modo de ver las cosas, eran viables y tenían  sentido, otras que yo considero y sigo considerando que estaban muy amarradas a las ideas primitivas del siglo XIX del marxismo leninismo que no tienen absolutamente ninguna vigencia. Por supuesto tuve también cercanía con grupos de Copei, con Acción Democrática, en fin fue muy enriquecedor para mí mantenerme en esa independencia pro partido y yo creo que eso a lo mejor ha sido una bendición a lo largo del tiempo.”

En el año final de la carrera, que completó en seis años, entró a trabajar como fiscal en el departamento de Pesos y Medidas del Servicio Nacional de Metrología Legal, que era dirigido por Ramón De Colubi. Medina se gradúa cuando atravesaba serios problemas con la institución que lo empleaba porque “acusé formalmente ante la Consultoría Jurídica a  varios personajes de matraca, de corruptos, y hubo algo que me rompió todos mis niveles de paciencia y se fue la tolerancia pál carajo: los termómetros deben ser calibrados, son usados por niños, por personas mayores, sobre todo, para tener el control de la temperatura y si tú no los tienes bien calibrados puedes ocasionar la muerte de personas inocentes y había un grupo allí que pasaba termómetros sin calibrar y yo no podía aceptarlo.  Eso ocasionó que me suspendieran sin goce de sueldo por unos meses, estuve a la orden de la Consultoría, hasta que hubo la remoción de esos funcionarios, poco tiempo después también removieron a Ramón De Colubi, estoy hablando del final del gobierno de Carlos Andrés Pérez.  Me gradúo y me llaman a una entrevista en Meneven, ya estaba casi listo cuando mi mamá se enfermó muy gravemente, yo pensaba que mi mama iba a fallecer y tuve que dejarlo; yo tengo otros tres hermanos, pero soy el mayor, y tomé esa decisión para poderme ocupar de mamá; hablé con Orlando Méndez que  trabajaba ahí y le dije: mira Orlando tú me conoces, has sido mi profesor, sé que esto no es lo correcto, pero esto me obliga a tomarme un tiempo. Me dieron un plazo de tres meses, mi mamá no mejoró y tuve que definitivamente declinar. Cuando ella se mejoró pude entrar a trabajar en la industria petrolera, el primero de julio de 1980 en Lagoven en Tía Juana, Costa Oriental del Lago.”

Ahí comienza en la sección de perforación y reparación de pozos, “un trabajo bien duro, bien complicado, de muchas responsabilidades desde el primer día, fueron unos años de profundo aprendizaje. Tengo un profundo agradecimiento por el estado Zulia, que me vio nacer como profesional.” Luego de cinco años en la Costa Oriental del Lago, donde era Coordinador de Operaciones de Lagoven en el estado Zulia, lo transfieren a la Gerencia de Planificación de Producción del mismo Lagoven en Caracas.

“Justo en el momento que llegué, en el año 86, Lagoven estaba revolucionada porque la gente de Geología había hecho un descubrimiento que iba a marcar un cambio significativo en la capacidad de producción de la industria petrolera: el descubrimiento del campo El Furrial, en Monagas, y era necesario hacer un plan conceptual de desarrollo de ese campo luego de haber perforado un pozo y tenido los primeros estimados, ese fue mi gran primer reto. Lo hicimos entre un gran amigo, Ciro Quintero y yo, y se lo presentamos al gerente del Departamento de Producción, Arnaldo Salazar, y empezaron a desarrollarse todos los planes. Nos quedamos un poco cortos, habíamos estimado que ese campo podía producir unos doscientos o 250 mil barriles por día, y terminó produciendo 450 mil barriles diarios…”. De allí fue cambiado a ser el coordinador de producción de Lagoven para Occidente y Oriente, de donde luego fue promovido a la Gerencia de Evaluaciones Económicas.

“Ya estamos hablando del año 89-90, y este último año el gobierno de Carlos Andrés Pérez había tomado la decisión, siendo Ministro de Energía Celestino Armas, de iniciar el proceso de apertura que se iniciaría con los convenios operativos con campos  petroleros, que estaban cerrados o con producción casi 0, donde ninguna de las empresas filiales estaba dispuesta a seguir poniendo el poco dinero que tenían. Y surgió entonces la Primera Ronda, para lo cual cuando esa primera ronda contrataron asesores externos internacionales que vinieron e hicieron una fórmula, con base a lo cual en la gerencia donde yo estaba hicimos unas evaluaciones que desde el punto de vista Lagoven era negativo. Hay una reunión de la directiva, a la cual voy acompañado del gerente de producción en ese momento que era Wilhem Klindt, y el dr. Julius Trinkuna, que era el presidente de Lagoven, me pregunta y le digo: eso es algo que no es rentable para Lagoven. Eso causó una conmoción; yo me fui a mi oficina y estaba sentado allí escribiendo, alzo  la mirada y me encuentro al propio doctor Julius Trinkuna, ¡el presidente de Lagoven!,  y a Wilhem Klindt entrando en mi oficina, yo me dije: ¡estoy botao! El doctor Trinkuna me pregunta: ¿tú estás seguro de lo que dijiste? Por supuesto que si estoy seguro, esos son los resultados. Él me dice: ¿tú sabes que esto es algo muy complicado, muy delicado? Si lo es Dr. Trinkunas, yo lo sé, pero hemos hecho los estimados con base a tres escenarios de precios, tres escenarios de producción, y en todos algunas veces daba más negativo, unas veces menos negativo, pero siempre negativo. Él me dice: está bien que estés seguro, recógete lo que te tengas que recoger, vamos a una reunión con el viceministro. Perfecto, ¿cuándo? En 15 minutos te espero allá abajo. ¡Vaina! En efecto en 15 minutos estábamos en el carro yendo para el ministerio, cuando el Ministerio funcionaba, porque el Ministerio si hacía la gestión de control de auditoría y de supervisión, quizás no era la mejor auditoría, ni  la mejor supervisión porque no tenían el personal suficiente. OJO, no estoy diciendo no capacitado, había personal capacitado pero más no suficiente para hacer ese tipo de trabajo. Entonces vamos a Parque Central y el viceministro Rafael Guevara nos recibe: Dr. Trinkunas ¿qué es lo tan importante que nos quiere hablar…?  Me dicen que presente, presento el asunto y él me dice: oye chico pero tú eres un poco negativo. Le digo: esto es lo que dicen los números. Pero tú sabes que los precios pueden…  Lo atajé: Si, los precios pueden ser mucho mayores pero nadie los está viendo. Y empezamos a darle vueltas al asunto y él me dice: ¿Qué propones tú? Le dije: propongo algo muy sencillo –y viene una segunda confidencia de Medina en la conversación-, en la ley de Hidrocarburos del año 43 dice muy claramente que la regalía es una regalía ajustable que puede ser de 1% hasta 16,66 % y es ajustable ¿en función de qué?, de que se haga posible la producción del campo, la propuesta era muy sencilla, ponemos 1% como punto de partida y si el campo comienza a producir, se puede hacer una revisión como Ministerio aumentar hasta que alcanzas  el 16,67% que era el máximo de la regalía en ese momento. Eso significaba que podía ser una regalía ajustable pero que permitía el arranque y se tomó la decisión. Con el paso del tiempo la manipulación ha venido porque siempre han dicho que se regaló y que se le estaba dando el petróleo regalado y que no se le cobraba las regalías, cierto como lo acabo de explicar, al principio, lo que  sucede es que el Ministerio de Energía ¡jamás! revisó esos convenios aun a petición de nosotros, y yo  puedo decirlo con toda la autoridad, porque  fui en varias oportunidades al Ministerio a pedirlo, llevándole las evaluaciones; eso lo hago ya estaba Caldera en el gobierno, y no se revisó, era Erwin Arrieta ministro. Hubo críticas muy duras en relación a ese 1%, que estaba establecido en la ley, que era absolutamente legal y tenía un procedimiento para poder ser aumentado, que eso no se hizo es otra cosa.”

Su ascenso dentro de la industria petrolera continuó hasta que llega el año 99 cuando el señor Chávez asume la presidencia de la República. “Estaba en la Gerencia de Estrategia Corporativa cuando hay el cambio de gobierno y nombran vicepresidente corporativo de planificación corporativa  a Hector Ciavaldini. Yo siempre he tenido una animadversión absoluta por los militares en el poder, yo creo  que ellos tienen otras funciones muy claras y  específicas, menos los veo estando en el poder, y Hugo Chávez es un militar que intentó dar un golpe de estado, cosa con la cual jamás he podido estar de acuerdo. Nunca tuve ningún tipo de inclinación de apoyarlo y si debo confesar que cuando leí el apoyo de algunos personajes como el doctor Ernesto Mayz Vallenilla, Ricardo Combellas, Jorge Olavarría, yo me pregunté: ¿será que estoy equivocado y estoy  viendo algo que no es?, quizás yo estoy equivocado.  Eso lo pensé entre cuando ganó en diciembre del 98 y el 2 de febrero de 1999, cuando Héctor Ciavaldini nos reunió a todos los que estábamos en la vicepresidencia de Planificación de PDVSA, y en ese momento comprendí que era el principio del fin y que yo no estaba equivocado. Ese señor dio un discurso que siendo Vicepresidente de planificación era todo lo contrario a lo que un vicepresidente de planificación podía decir y dejó ver claramente lo que destilaba de resentimiento, de odio y de revanchismo. Ese día me dije: aquí se acabó la película, yo no estoy equivocado.”

Su voz no tiembla a la hora de seguir haciendo la radiografía de la casa que tan bien aprendió a conocer. “El proceso que tuvo un punto de inflexión el 11 de abril del 2002 comenzó el 2 de febrero del 99, porque nombran a Roberto Mandini presidente de Petróleos de Venezuela, quien era una de las personas, quizás todavía lo es, más capacitadas que había en la industria petrolera, y cuando lo nombran presidente de Petróleos de Venezuela yo me alegré, sin embargo ya había conocido a Ciavaldini y me dije bueno esto suena muy extraño. Mandini fue sometido por meses, y lo pude ver muy cercanamente, a un saboteo inclemente. Yo pude ver cómo Ciavaldini actuó de una manera no transparente sobre la gestión de Mandini, tenía un correaje directo con Alí Rodriguez Araque, lo baypaseaba, y tanto es así que Mandini no duró más de ocho meses en el cargo y se va de PDVSA; lo sustituyen con Hector Civaldini, y lo que se estaba haciendo de una manera soterrada, de perseguir, de menoscabar la institución, se hace abiertamente.  Ciavaldini toma el cargo, a los meses ocurre la tragedia de Vargas –surge la tercera confidencia- y pasaron muchas cosas no muy santas: la forma en cómo se distribuían las ayudas, se contrataban los camiones, helicópteros, aviones, en fin, mucho tráfico de influencias y eso fue público y notorio en lo interno de PDVSA. Ciavaldini comienza a transitar un año 2000 ya complicado, mi amigo Carlos Ortega, en ese momento era presidente de FEDEPETROL y estaba en discusión el contrato colectivo y Ciavaldini, en un absoluto menosprecio por lo que Carlos Ortega significaba, decía que eso era algo que podía manejar sin problema, que no iba a firmar con delincuentes, una cuestión demasiado arrogante, prepotente. Carlos Ortega llama al paro y viene la intervención directa de Chávez a través de María Cristina Iglesias, dos días después estaban firmando y botaron a Ciavaldini. Es cuando nombran a Guaicaipuro Lameda quien venía precedido de unas credenciales extraordinarias, pero llega un personaje vestido de militar a un cuerpo civil. Allí pasó que él comenzó a primero a entender de qué se trataba Petróleos de Venezuela, se  pasó los últimos meses del 2000 y gran parte del año 2001 entendiendo qué era PDVSA. Eran reuniones larguísimas, con preguntas muy agudas, difíciles de responder, pidiendo explicaciones de todo y  todo  se le dio. Creo que él mismo se convenció de que el discurso que estaba obteniendo de Miraflores no era el correcto y lo que él estaba viendo era una cosa distinta.”

«Así llegan los días en los cuales se firma el Convenio de cooperación energética entre Cuba y Venezuela, firmado por Chávez y Fidel para suministrar a la isla parásita 53 mil barriles de petróleo por día, donde se contemplaba que el 50% del pago era ‘cash’, es decir a 30 días y el otro 50% era financiado. Obviamente para lo interno de PDVSA a nosotros nos lucía que eso era un exabrupto porque nosotros  podíamos vender ese crudo y cobrarlo de contado. (Les ruego lean con atención porque Horacio hace una nueva revelación como testigo de excepción y de primera línea) Ahora bien, en el convenio dice que el 50% se paga en efectivo, a 30 días, pero cuando se va el primer cargamento, no presentaron carta de crédito, se le dio una displicencia, o una carta de fiel cumplimiento avalada por un banco, y a los 30 días no pagaron, ni apareció la carta de crédito, ni apareció el dinero, y vinieron por el segundo cargamento. Ahí empieza una presión muy fuerte  de la gente de Comercio y Suministro por una razón fundamental: hay una Ley de Salvaguarda, hay unas normas internas y hay una relación comercial con  muchas otras empresas, entonces si tú violentas tus relaciones comerciales eso distorsiona tremendamente las relaciones comerciales de PDVSA. Guaicaipuro Lameda dice: de aquí no va salir ese crudo, Alí Rodríguez Araque es todavía el ministro y comienza un toma y dame con Lameda, pide que ese pago se pase a deuda y autoriza que el barco se vaya. Lo que quiero decirte es que nunca se pagó. Cuba jamás pagó ni un barril, nada, desde el principio. Y todo eso terminó por enrarecer el ambiente interno de PDVSA que tarda en reflejarse a lo externo porque la gente tiene que comprender que había una disciplina, había una normativa y había una  meritocracia. Hasta el 28 de febrero de 2002 cuando se publica en la prensa Salvaguardemos a PDVSA, documento firmado por vicepresidentes, directivos y gerentes de primera línea de PDVSA no es que se hace evidente la problemática. Allí fue la manifestación clara e inequívoca de lo que estaba pasando.”

Horacio Medina, conversador inagotable, no pierde la paciencia ni la pasión por nuestro derrengado país, asegura que al producirse un cambio retornará de inmediato. Tampoco olvida sus afectos, ¡jamás!, y menos a su inseparable Maritza, su segunda esposa: “Todas estas cosas que hemos hablado tengo que rescatar y debo señalar el valor que ha tenido mi esposa Maritza en todo esto. Ella es un cuatro por cuatro, ella ha estado conmigo en los momentos más difíciles, a la hora del apoyo, de la solidaridad, de asumir las responsabilidades, de echar para adelanté con uno es invalorable. Yo no sé si hubiera podido hacer  todo lo que he hecho, no sé si estaría  aquí  ahorita con esta actitud si no hubiese estado acompañado por ella y tengo que reconocerlo, porque ha sido incondicional conmigo. No es lo mismo hacer esto solo, he visto en el trayecto de esto muchos compañeros que se han divorciado, y eso definitivamente pega. Afortunadamente pude contar con una persona como Maritza para seguir adelante.”


  • Artículo publicado en Textos y Fotos el día 18/04/2020
  • © Alfredo Cedeño

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