La dulce venganza de Exxon

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La dulce venganza como dicen los dioses llegó del mar, este milagro en que las tensiones entre Venezuela y Guyana se agravan.

Rex Wayne Tillerson, Secretario de Estado, ex CEO de Exxon Mobil (2006 y 2016), se dispuso a prestar toda la ayuda que Guyana necesitara; incluido un cambio de posición del su gobierno frente a la reclamación de Venezuela por el Esequibo


 

Gerson Revanales / El Venezolano (Colombia) – 17/02/2021

El presidente Carlos Andrés Pérez el 29 de agosto de 1975 promulgó la Ley de Nacionalización de la Industria Petrolera, la cual entró en vigencia el 1 de enero de 1976. El propósito de la ley fue reservar para el Estado la producción, extracción y comercio de los hidrocarburos, bajo la consigna de la “nacionalización”.

Con esta ley pasaban a manos del Estado todas las propiedades, plantas y equipos de las compañías concesionarias extranjeras que operaban en Venezuela (Shell, Exxon y otros inversionistas); como siempre, la izquierda protestaría la ley y la llamaría irónicamente “chucuta”, en particular por el artículo 5to, el cual autorizaba que: “En casos especiales y cuando así convenga al interés público, el Ejecutivo Nacional o los referidos entes podrán, en el ejercicio de cualquiera de las señaladas actividades, celebrar convenios de asociación con entes privados, con una participación tal que garantice el control por parte del Estado.”, es decir dejaba una puerta abierta a las transnacionales; puerta que se abrió en la década de los 90 durante el segundo gobierno de CAP y Caldera.

Con la llegada de Hugo Chávez al poder, por medio de un decreto, puso fin al incipiente proceso de apertura petrolera y económica, con el falso argumento de darle al Estado venezolano suficiente autonomía para manejar los procesos de producción, explotación, comercialización y refinación a través de PDVSA.

Entre las acciones tomadas estuvo la promulgación de la Ley Orgánica de Hidrocarburos en 2006, la nacionalización de la Faja Petrolífera del Orinoco, la formulación de convenios de exploración a riesgo y ganancias compartidas, garantizándole a la nación una mayoría accionaria de por lo menos 60% en la conformación de las empresas mixtas establecidas para llevar a cabo la exploración, extracción y procesamiento de crudo.

La retirada de Exxon

Estos convenios, al darle la participación accionaria de un 40% bajo la figura de empresas mixtas, representaban algo como si a las personas que hacen el trabajo doméstico en nuestras casas se les diera una participación en el derecho de propiedad.

Al año siguiente Chávez en mayo de 2007 concretó la nacionalización de la Faja Petrolífera del Orinoco (FPO) y de los Convenios de Exploración a Riesgo y Ganancias Compartidas, lo cual creó la manzana de la discordia.

Exxon, la hermana mayor de la petroleras –pese a haber invertido millones en una planta para depurar el crudo pesado de Cerro Negro– optó por irse y no aceptó los términos oficialistas; entre ellos: el ambiente político con un permanente ataque a las transnacionales y a la empresa privada; la inseguridad jurídica y las perspectivas petroleras que había en la excolonia inglesa, teniendo de trasfondo la reclamación territorial existente.

No es de extrañar que entre los escenarios que se barajaron para ese momento estuvieran torpedera las negociaciones, tocar por debajo de la mesa al Secretario General de la ONU, el coreano Ban Ki-Moon, hombre por demás de confianza de los EE.UU. y un  “fast track” directo a la CIJ.

Guyana, el nuevo bastión petrolero de Exxon

La dulce venganza, como dicen los dioses, llegó del mar, este milagro en que las tensiones entre Venezuela y Guyana se agravan, la Exxon anuncia que no tiene previsto detener su plan petrolero en Guyana y muy por el contrario ratificó que avanza en el desarrollo de los descubrimientos de aguas profundas en la costa fuera, porque se trata de proyecto de esa compañía a mediano y largo plazo.

Hay que tener presente que gracias a los 18 yacimientos descubiertos a partir del 2008, cuando el consorcio liderado por las estadounidenses ExxonMobil y Hess en colaboración con la china CNOOC en el bloque Stabroek, después de doce años, se encuentran bombeando por encima de los 120.000 b/d, esperando superar los 700.000 b/d a mediados de esta próxima década, lo cual representa una producción casi o más del doble de la nueva PDVSA, roja rojita, después de haber ocupado según estudios publicados por la prestigiosa revista.

Petroleum Intelligence Weekly (PIW) 16 de noviembre de 2015, la quinta posición entre las compañías más grandes en el negocio petrolero. Con estas proyecciones en su producción, según el BM, Guayana crecerá un 86%, el mayor salto del PIB en el mundo, que multiplica por catorce el incremento del PIB chino.

No es un secreto que Exxon en su desquite financia el equipo jurídico que representa a Guyana ante la CIJ: en unas declaraciones el Deputy Chief de la embajada americana en Guyana Steers-Gonzalez, durante la despedida del embajador Perry Holloway en julio de 2019, reveló que su jefe “tiranosaurio” Rex Wayne Tillerson, Secretario de Estado, ex CEO de Exxon Mobil (2006 y 2016), se disponía a prestar toda la ayuda que Guyana necesitara; incluido un cambio de posición del su gobierno frente a la reclamación de Venezuela por el Esequibo. Estas declaraciones fueron ratificadas por voceros de la empresa quienes han manifestado.

Como decía un general amigo y cursante en el IAEDEN, “verdugo no pide perdón”. Hoy la torpeza de la política exterior durante estos 21 años, la falta de tacto político, de visión a futuro, de poner por delante de los intereses nacionales los de Cuba y, en particular, no haber tenido conciencia que la reclamación por el Esequibo son más de los 159.000Km2, es un problema de seguridad nacional, integridad territorial y soberanía, donde Venezuela es la débil política, diplomática y jurídica.


  • Artículo publicado en El Venezolano Colombia el día 16/02/2021

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