Camino a La Haya: 21 de noviembre 2011

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El próximo 21 de Noviembre 2011 presagia ser un hito en el devenir político de los venezolanos...

En Venezuela todo empieza y termina en un barril de petróleo


 

Víctor J. Poleo Uzcátegui / Soberania.org – 18/11/11

La Haya, capital de Holanda, es la ciudad sede de la Corte Penal Internacional, una institución meta-gobiernos que arbitra las transgresiones a los Derechos Humanos. El 21 de noviembre de 2011 presagia ser un hito en el devenir político de los venezolanos, azotados como hemos sido desde 2003 por transgresiones a nuestros Derechos Humanos.

El 21 de noviembre de 2011, en efecto, la Corte Penal Internacional habría de conocer un conjunto de alegatos jurídico-politicos que identifican los no pocos quebrantamientos de nuestros derechos como ciudadanos y como colectivo nacional. En un inventario tal calificarían, entre otros, los casos de la jueza Afiuni y de los generales Raúl Isaías Baduel y Francisco Usón, a la par de los comisarios policiales encarcelados a raíz de los hechos del 11 de Abril de 2002. De suprema importancia es el caso de la inmolación de Franklin Brito.

Nos ocupa aquí focalizar en una singular categoría de transgresiones: las transgresiones enraizadas en la renta petrolera. Hemos afirmado que sin renta petrolera es nadie el líder moribundo y que, por extensión, sin su líder moribundo es nada su experimento socialista-militaroide del siglo XXI. Dicho está: en Venezuela todo empieza y termina en un barril de petróleo. A raíz de los hechos políticos del 2002 -los de abril y diciembre- el gobierno se apropió de la entera renta petrolera por gracia de expropiarnos PDVSA y mediatizó luego su hazaña en un silogismo contra natura, según sigue: PDVSA es del pueblo, el pueblo soy yo, luego PDVSA es mía.

El costo social de tal hazaña es de dimensiones infinitas, tanto en lo cuantitativo como en lo cualitativo. Por una parte, Ali Rodríguez Araque, entonces trepado a la presidencia de PDVSA, despidió en 2003 a 20.000 profesionales de la industria petrolera nacional, utilizando para ello recursos de violencia como fuera el caso de las familias residentes en Los Semerucos. Por otra parte, el despido del colegiado profesional petrolero nos significa como Nación la descapitalización de conocimientos centenarios, en su mayoría irreemplazables. Los daños causados a la Sociedad y a la Nación venezolanas, en consecuencia, bien tipifican su cualidad criminal.

No es todo en cuanto a Ali Rodríguez Araque y la renta petrolera. Pro-cónsul que es de La Habana en Venezuela, Ali Rodríguez es el operador de un guión internacional para sojuzgar la Nación y sus nacionales, de allí la crisis eléctrica que degrada nuestros derechos al bienestar y a la libre actividad económica. Sin renta petrolera un guión tal no hubiese tenido lugar.

La Habana, a su vez, no solo nos ha expoliado la renta petrolera, sino que con ella ha engatillado un proyecto hemisférico y meta-contintental para transgredir el orden internacional, de allí las alianzas estratégicas con Irán, RusiaBielorusia, con Siria y Libia, con FARC y el radicalismo árabe. Hay más: la Nación ha visto erosionar su salud financiera por causa de juicios internacionales incoados contra PDVSA-Nación (CIADI, por ejemplo) y la irresponsable hipoteca que grava nuestros recursos en el Orinoco, una hipoteca pesadamente china.

Al igual que a posteriori en la Libia de Muamar Gadafi, tal vez los hilos por deshilvanar en La Haya conduzcan al ex ante una variopinta de guarimbas allende los mares que acumulan dineros revolucionarios, dineros fugados de la renta petrolera y que, confiados a Lukanshenko o a los hijos de Putin, riesgosamente se hallen en un Gazprom Bank, por ejemplo. Ya el cajero bancario de Miraflores y su Hildegard tendrán la oportunidad histórica para contarnos esta historia.

Ahora bien, es válido constatar que la renta petrolera ya no es suficiente para un hambriento proyecto de poder. En La Haya habría de conocerse el tutelaje al narcotráfico internacional que habaneramente brinda un infeliz sub-conjunto de mandos militares en funciones, algunos de ellos ya selectivamente indiciados desde 2006.

Todo ello viene a cuento porque es un cuento de notoria y progresiva percepción por las masas o pueblo y ello deviene, por fuerza, en un obligante cambio en el discurso político opositor. Ya no más «Baruta sin huecos» ni «500.000 empleos en 2013». El foco de un genuino discurso opositor ha de privilegiar la identificación del quid de la geopolítica revolucionaria del siglo XXI, no otro que el quid político del grantimonel y sus adláteres, criollos y foráneos. De ello trata el juicio en La Haya.

El 21 de noviembre de 2011 iniciaría entonces en el Tribunal Penal Internacional una primera etapa para el conocimiento del caso Chávez y sus transgresiones a los Derechos Humanos en Venezuela, seguida por una segunda etapa que decidiría su admisión y, de ser así, tendría lugar entonces la etapa de un juicio penal que, urbi et orbi, bien podría ocurrir a partir del tercer trimestre de 2012.

Todo ello ayuda al cambio político en Venezuela, cambio que cualquiera sea, indesable o no, está avalado por las hegemonías del poder global. Los factores de poder internos, si acaso los hay, habrían de ocuparse de re-constituir el Estado y desgobiernizar la renta petrolera, quintaesencia de nuestros males cuando es administrada por gobernantes enfermos.

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