Nicaragua, la nueva colonia rusa

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El dictador sandinista Daniel Ortega y el jefe del Ejército Julio César Áviles. Captura de pantalla/19 digital/portal del régimen sandinista.

Nicaragua se ha convertido, sin duda, en satélite de los soviéticos, siguiendo la misma ruta transitada por Cuba hace más de seis décadas


 

Luis Gonzáles Posada / Diario Las Américas (USA) – 26/12/2021

Argentina y México están escribiendo una de las páginas más sórdidas de su historia diplomática porque sus mandatarios, Alberto Fernández y Manuel López Obrador, han confirmado que desempeñan el deplorable oficio de blindadores políticos de dictaduras encasquetadas en el bloque chavista.

No solo lo decimos porque sus gobiernos respaldan sin ambages a Nicolás Maduro, a pesar de conocer sus corruptelas y de la sistemática violación a los derechos humanos, sino también porque brindaron amplio apoyo a Evo Morales para que retorne al poder después del escandaloso fraude que provocó su derrocamiento. A lo dicho se suma el cómplice silencio ante la represión policial del régimen cubano contra manifestantes que reclamaban democracia y libertad en un país sometido al Partido Comunista, en el poder hace 62 años.

Y ahora, en una demostración más que los mandatarios de Argentina y México forman parte de la maquinaria construida por el Foro de São Paulo y el Grupo de Puebla no han dudado en proteger al dictador Ortega en el Consejo Permanente de la OEA.

Lo hicieron instruyendo a sus representantes que no voten a favor de una resolución para que Ortega deje en libertad a los presos políticos –entre ellos, siete candidatos presidenciales de oposición– y autorice el ingreso a su territorio de las comisiones de derechos humanos del organismo hemisférico y de las Naciones Unidas. Más evidente, imposible.

El “triunfo” de Ortega, sin embargo, ha sido saludado –y festejado– por Cuba, Venezuela Bolivia y por todos los sectores comunistas del hemisferio, a quienes solo interesa que un aliado político retenga el poder aunque para hacerlo tenga que encarcelar a sus opositores.

También ha sido respaldado por Rusia, que a través de su ministro de Relaciones Exteriores, Serguéi Lavrov, hizo el infame comentario que los comicios en que fue reelecto Ortega fueron ejemplares, al mismo tiempo de anunciar que instalarán una planta de energía nuclear y otorgarán créditos a bajos intereses al régimen de Nicaragua.

Esa nación centroamericana se ha convertido, sin duda, en satélite de los soviéticos, siguiendo la misma ruta transitada por Cuba hace más de seis décadas.

Por esa razón, los rusos han financiado un centro de entrenamiento militar en Managua, donando 21 millones de dólares para la capacitación del Ejército y entregaron 20 tanques de guerra T-72B a un costo de 80 millones de dólares, 12 sistemas de defensa antiaérea ZU-23-2, helicópteros blindados y lanchas patrulleras valoradas en 45 millones de dólares; de esa forma los rusos demuestran, sin disimulo, que son generosos con sus aliados, compensándolos económicamente hagan lo que hagan, incluyendo fraudes o que sus dirigentes se encuentren encausados penalmente por crímenes de lesa humanidad.

Lo sorprendente, empero, es que esa política injerencista extracontinental en una república americana no ha merecido la menor atención en las cumbres regionales ni tampoco en la OEA, hecho que proyecta la debilidad de nuestro sistema democrático.

Por ello, los regímenes totalitarios avanzan y la democracia retrocede, ante la sorprendente indiferencia de los Estados Unidos, que desde hace décadas solo atiende lo que sucede en Europa, Medio Oriente, China, Rusia o el África, pero es indiferente a lo que ocurre en su propio hemisferio.

En el caso nicaragüense también existen excentricidades diplomáticas, como conocer que Ortega recibió el eufórico respaldo de la inexistente “República Saharaui” –recientemente reconocida por el presidente peruano Pedro Castillo– que, a través de su representante, Brahim Gallo, manifestó “la certeza que gracias a la sabiduría que usted acumula en su larga experiencia que Nicaragua, bajo su dirección y contando con los nobles valores que representa la revolución Sandinista, saldrá adelante avanzando en la justicia social y el progreso económico”.

Parece una broma, pero no lo es, como tampoco que Abjasia y Osetia del Sur, regiones separatistas de Georgia, territorios ocupados ilegalmente por tropas rusas, aplaudan el fraude que analizamos en esta nota.

Si Estados Unidos y las naciones democráticas de la región no constituyen una alianza muy pronto tendremos más colonias soviéticas en nuestro territorio.


  • El autor es abogado, diplomático y político peruano
  • Artículo publicado en el Diario Las Américas el día 19/12/2021

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