La Justicia

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Desafortunadamente la mayoría de los organismos internacionales de justicia han caído en manos de fiscales, jueces y funcionarios que anteponen su ideología radical de izquierda.

Estamos convencidos de que lo que tenemos que hacer es declararnos en desobediencia civil hasta salir del régimen y luego poder instrumentar las soluciones adecuadas para la reconstrucción de nuestra Nación


 

Álvaro Rotondaro Gómez / Factotum Ignacianos (Venezuela) – 15/03/2021

Venimos sosteniendo desde hace tiempo, que para la reconstrucción de nuestro país, es impostergable la aplicación de la JUSTICIA, concepto este que nos viene de nuestra naturaleza humana, del cual se fueron derivando sus diversas concepciones desde los puntos de vista teológicos, filosóficos y los relacionados con la ciencia jurídica, pero todos con un común denominador, el cual es: las normas morales y la ética.

En efecto, el ser humano es el centro de toda agrupación, comenzando por la familia, de la cual nacen todas las demás, tribus, sociedad, Estado o cualesquiera otras que busquen el bien común, las cuales tienen por objeto la convivencia armónica, razón esta por la cual deben sujetarse a los principios éticos en la formación del conjunto de actividades e instituciones (políticas, económicas, educativas, etc.), para la consecución de este derrotero, y de esta manera nos fue señalado por Platón y Aristóteles, los conceptos de Moral, Ética y Libertad, y Justicia, los cuales inspiraron a la definición de Política estatuida por ellos, agregando, que esa ciencia debía ser ejecutada por un grupo de personas Virtuosas, principio este que quedó como un imperativo categórico postulado por Kant, para nuestra civilización; y por la Doctrina Social de la Iglesia, al establecer que «la persona humana es el principio, el sujeto y el fin de todas las instituciones sociales y por su misma naturaleza, tiene necesidad de la vida social» (Concilio Vaticano II, Gaudium et spes, 25).

Y para la ciencia jurídica, el fin del Derecho es la Justicia, tal como lo concibió hace milenios, el extraordinario jurista Ulpiano al estatuir los tres principios Generales del Derecho, a saber: honeste vivere, alterum non laedere et suum quique tribuere… («vivir honestamente, no hacer daño a nadie y dar a cada uno lo que le corresponde»).

Ahora bien, toda actividad humana en sociedad, lleva implícita en combinación con la justicia, el concepto del Control, noción esta, que de conformidad con el jurista Luigi Picozzi: «El Control es tan antiguo, como es antigua la obra del hombre; apenas dicha obra se desarrolla y se organiza para alcanzar determinados fines, inmediatamente al lado de ella, en concomitancia con ella, desarrolla sus funciones la actividad de control».

Evidentemente de esta ideas muy sabiamente Montesquieu construye su famosa teoría de la Separación de Poderes, en la que se establece los tres poderes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial, como la mejor manera de controlar la administración de justicia.

Basados en todas estas nociones y tragedias que han ocurrido en la historia de nuestra humanidad, nace la Declaración Universal de Derechos Humanos proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en París, el 10 de diciembre de 1948 en su Resolución 217 A (III), y posteriormente se constituyen tribunales ad hoc, como contralores judiciales y defensores de los mismos, la Corte Penal Internacional, la Corte Interamericana de los Derechos Humanos, e Instituciones como la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, pero desafortunadamente, la mayoría de esos organismos han caído en manos de fiscales, jueces y funcionarios, que anteponen su ideología radical de izquierda, dejando sin efecto la aplicación de la justicia y el castigo a los asesinos  de esos crímenes.

Al trasladar esta circunstancia del terror judicial a Latinoamérica, nos encontramos con el mismo problema, véase el caso de Brasil con el juicio de Lula y el de Bolivia con el de Jeanine Áñez; y en Venezuela debemos multiplicarlo a la enésima potencia, en vista de que todo el sistema judicial está controlado por el régimen y si empezamos a dar ejemplos de este horror, llenaríamos decenas de cuartillas explicativas de este desastre, el cual es ampliamente conocido por todos.

En resumen, ya tenemos 22 años secuestrados por un régimen dirigido por el crimen organizado mundial, lo que es muy bien conocido por todos, quienes nos han conculcado todas nuestras Instituciones, y desafortunadamente nuestra «oposición oficial», insiste en resolver esta adversidad, como si estuviéramos en una democracia, y casi todas las opiniones y análisis de ONGs, Sociedades Civiles y personas naturales muy calificadas en sus respectivas profesiones, se enfocan en las consecuencias de la crisis y proponen excelentes soluciones de reconstrucción económica y productiva de la nación, pero se olvidan de la principal causa de esta tragedia, la cual es la Destrucción Moral y Ética del ciudadano venezolano.

Adicionalmente a este trastorno, nos encontramos que la comunidad de los países democráticos del mundo nos han dejado solos en vista de que su «Ayuda», es para que logremos unas «Elecciones libres y transparentes» en las que participe el régimen, es decir, nos conminan a participar en elecciones con nuestros victimarios, o lo que es lo mismo, la UE se olvidó que si USA, Canadá y Australia no hubieran intervenido en la Segunda Guerra, todavía el nazismo y el fascismo estuvieran presentes en sus países; en segundo lugar, la posición del Grupo de Lima y del resto de los países latinoamericanos en el mismo sentido, es imperdonable; y por último con la decisión asumida por USA sobre los TPS, que si bien legalizan la estadía temporalmente a los venezolanos en ese país, nos están aplicando la misma receta cubana, o sea, ahí nos quedaremos, ellos tendrán su calle 8, y nosotros nuestra calle Doral, y sus compañías transnacionales contratarán más fácilmente con la dictadura, tal como está ocurriendo en  el Esequibo.

Por todas estas razones, estamos convencidos de que lo que tenemos que hacer es declararnos en desobediencia civil hasta salir del régimen y luego poder instrumentar las soluciones adecuadas para la reconstrucción de nuestra Nación, empezando con la creación de un Tribunal ad hoc, para el castigo de los crímenes cometidos por este régimen, en vista del desamparo en el que nos encontramos actualmente en ese sentido, y de esta manera no repetir  el error de no aplicar  el justo castigo al culpable a los horrores del pasado, los cuales nos trajeron los trastornos de esta época, así por ejemplo:

Después de 30 años de dictadura del general Gómez, tumbaron la Rotunda, se olvidaron de los asesinatos, las torturas y demás crímenes de lesa humanidad cometidos en esa ergástula y ningún preso por esas barbaridades, ni por los robos efectuados en esa época.

Posteriormente, la dictadura de Pérez Jiménez y la misma historia; derrumbaron la Seguridad Nacional, y el mismo final antes anotado, o sea, ningún castigo para los criminales.

Luego, en los 40 años de democracia, Caldera perdonó sin juicio previo a los guerrilleros, que bastantes crímenes cometieron y durante ese larguísimo período, el único preso por corrupción, fue el chino de Recadi.

Para finalizar

Es imprescindible un gobierno de transición que audite y ponga en orden todas las Instituciones, para recuperar la soberanía secuestrada por el crimen organizado y por la extrema izquierda internacional y solo así podemos lograr llegar a unas elecciones libres e imparciales.

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