Así pasó Raúl Gorrín una propiedad al exescolta de Chávez

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Estos negocios en islas tropicales, de por sí caudalosos, ilustran además los métodos de Gorrín para pagar favores, que ahora se investigan en un tribunal de Miami.

En simultáneo con la apertura en las islas Seychelles de la empresa que delataría su fortuna, en otras islas, las Vírgenes Británicas, Adrián Velásquez Figueroa, (a) Guarapiche, reemplazó en la junta directiva de una compañía al flamante dueño de Globovisión. La firma, a su vez, era la propietaria de un valioso terreno en República Dominicana


 

Joseph Poliszuk / Armando.info (Venezuela) – 05/10/2021

El Capitán Guarapiche también tuvo una propiedad en Punta Cana. Adrián José Velásquez Figueroa –el mismo escolta de Hugo Chávez al que apodaban con el nombre del río que cruza su natal Maturín y que despuntó en los llamados Panama Papers de 2016– fue, a la sombra, el dueño de un terreno en Cap Cana, el exclusivo conjunto residencial con vista a la Costa del Coco, en el extremo este de República Dominicana.

Se trata de una de las parcelas sin desarrollar, con una superficie de 11.580 metros cuadrados y ubicada nada más y nada menos que a un costado del campo de golf de Punta Espada, en Punta Cana, la meca turística de la isla de La Española. Un verdadero tesoro adquirido en diez millones de dólares, según datos del propio complejo turístico, que había pasado inadvertido bajo la fachada de una empresa llamada Settingsun Group, cuyas pistas llegan hasta fondos de venezolanos.

Escondida bajo el anonimato de los paraísos fiscales, hasta ahora Settingsun Group no era más que otra de tantas empresas registradas en las Islas Vírgenes Británicas. Pero un legajo de 11,9 millones de documentos filtrados, investigados y publicados por más de 600 periodistas de todo el mundo –agrupados alrededor del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ) y lo que desde esta semana se empieza a conocer como los Pandora Papers– vuelve a traer, entre incontables revelaciones, el nombre de Velásquez a la luz pública.

Raúl Gorrín traspasó a Velásquez estos 11.580 metros cuadrados enclavados en la mejor zona de Punta Cana. Crédito: El Informe con Alicia Ortega / Grupo SIN

Hasta el 3 de abril de 2016 ese nombre era apenas conocido. Pero ese día, a la una de la tarde de Caracas, salieron los llamados Panama Papers. Entonces, entre tantas extravagancias destacó la historia del exoficial. El exjefe de la Guardia de Honor que custodiaba al fallecido Hugo Chávez, a sus escasos 36 años, mantenía una sociedad offshore en las islas Seychelles, un archipiélago en el océano Índico, al suroeste de África.

Velásquez Figueroa abrió esa empresa el 18 de abril de 2013, cuatro días después de la apretada victoria de Nicolás Maduro en las elecciones presidenciales sobrevenidas de aquel año en Venezuela, en las que se elegía al sucesor de Hugo Chávez. Los registros divulgados entonces señalaban que estableció la compañía con el nombre Bleckner Associates Limited y un capital de 50.000 dólares, por intermedio del bufete panameño Mossack Fonseca, hasta entonces uno de los más buscados para crear sociedades de maletín.

La empresa había sido constituida para gestionar una cuenta en el banco suizo BSI, algo inusual para alguien de quien hasta entonces solo se sabía que percibiera el salario de un funcionario público en tiempos de control cambiario. Pero la condición de su pareja, Claudia Díaz Guillén, remachaba una retahíla de dudas que le rodeaba. Díaz Guillén, también oficial retirada de la Guardia Nacional, había sido la enfermera de Hugo Chávez por siete años y luego convertida en jefa de la Oficina Nacional del Tesoro, cargo que desempeñó desde 2011 hasta unos pocos días después de que Guarapiche registrara la empresa en Seychelles en 2013.

Hasta el 3 de abril de 2016, el nombre de Adrián Velásquez era poco más que el de un capitán retirado del Ejército venezolano. Ese día Armando.info develó que había abierto una empresa offshore para manejar una cuenta bancaria en el exterior.

Patrimonio oculto

Díaz Guillén y Velásquez Figueroa se casaron en ese mismo año de 2013. Pero ahora se sabe que, después de ese año estelar, la fábula de ascenso económico y social de la pareja no desembocó en el “y vivieron felices para siempre”. El escándalo de los Panama Papers los conminó a abandonar el domicilio que habían establecido en República Dominicana para emprender una encrucijada legal en la que, hoy desde Madrid, para evitar su extradición a Estados Unidos, apelan a principios procesales y razones humanitarias ante la Audiencia Nacional de España.

Entre tanto, se ha venido revelando la extensión del patrimonio acumulado por la pareja tras unos pocos años de servicio estatal. Ese destape arrancó apenas un mes después de las primicias de los Panama Papers, cuando una comisión de fiscales allanó tres apartamentos que tenían en Caracas, en el Conjunto Residencial Oasis de la urbanización San Bernardino, un barrio de clase media en el norte de la capital venezolana. Durante el procedimiento, las autoridades confiscaron lo que describieron como una colección de autos de lujo, obras de arte, joyas y documentos relacionados con propiedades inmobiliarias dentro y fuera del país.

A cuentagotas, desde entonces le han ido apareciendo bienes y propiedades situadas tanto en el pueblo de Galipán, en el corazón del parque Nacional El Ávila, como en el archipiélago de Los Roques. Una nota de Associated Press, basada en registros judiciales de Liechtenstein, sorprendió el año pasado al dar cuenta de una compañía establecida en San Vicente y las Granadinas y relacionada con Díaz Guillén, que había adquirido 250 lingotes de oro valorados en más de 9,5 millones de dólares.

Ahora en los Pandora Papers, Velásquez Figueroa vuelve a figurar en empresas offshore. En este caso, aparece una compañía registrada en Islas Vírgenes Británicas, Settingsun Group, en cuya junta directiva, a apenas un año de su constitución, Guarapíche reemplazó a otra figura connotada de la llamada boliburguesía: Raúl Gorrín, el dueño de Seguros la Vitalicia y del canal 24 horas de noticias Globovisión, a quien se acusa desde diciembre de 2020 en una corte del Distrito Sur de Florida, junto al propio Adrián Velásquez y su esposa, Claudia Díaz, de formar parte de una “conspiración de lavado de dinero que involucra más de mil millones de dólares en sobornos”.

Claudia Díaz y Adrián Velásquez se casaron en 2013. Tres años después enfrentaron una serie de casos judiciales, que empezaron con el allanamiento en Caracas de tres apartamentos que tenían en el edificio Oasis Suites de San Bernardino Crédito: armando.info

Settingsun detentaba la propiedad de una parcela en Cap Cana. Así que, tras bastidores, la propiedad de Punta Cana pasó de Gorrín a manos de Velásquez el 23 de junio de 2013, justo dos meses después de constituir la empresa de Seychelles que le pillaron en los Panama Papers. Ese día, según los registros del bufete Trident Trust incluidos en la filtración de Pandora Papers, Raúl Gorrín dejó de ser director de Settingsun para dar paso a Guarapiche y su hermano, Josmel José Velásquez Figueroa. Estos, a su vez, abandonan la junta directiva en 2014 para que entrara el abogado dominicano Ángel Alberto Encarnación Amador, hoy subdirector de Aduanas en su país.

Raúl Gorrín había fundado Settingsun Group Limited en noviembre de 2012 en sociedad con otro venezolano, Juan José Ramírez Meléndez.

A juzgar por los términos del juicio abierto en el Distrito Sur de Florida –y por el que Estados Unidos ha solicitado en extradición a Velásquez Figueroa y Díaz Guillén–, no es casualidad que el exescolta de Hugo Chávez haya sucedido a Gorrín en la propiedad de Punta Cana. Se trataría de un indicio más de los alegatos que la justicia estadounidense ha venido presentando desde hace años con respecto a Gorrín, y que lo retratan como un empresario que soborna con yates, inmuebles, caballos de raza, relojes de lujo y depósitos en el exterior a funcionarios de la Oficina Nacional del Tesoro –principalmente, Claudia Díaz y un antecesor en su cargo, Alejandro Andrade–, a cambio de privilegios en el acceso a los cupos de dólares a tasas preferenciales que se instauraron durante el régimen de control de cambios que funcionó en el país entre 2003 y 2014.

“Para ocultar los pagos, Raúl Gorrín Belisario, junto con otros, utilizó cuentas bancarias mantenidas a nombre de empresas fantasmas y disfrazó una serie de pagos de sobornos en beneficio de Claudia Patricia Díaz Guillén haciendo los pagos a Adrián José Velásquez Figueroa, el esposo”, afirma el escrito de imputación que la fiscal federal, Adriana Fajardo Orshan, formalizó en diciembre del año pasado contra la pareja. La acusación representa una ampliación del caso abierto contra Gorrín desde 2018.

De enano a boliburgués

El primero en sugerir en público el concierto entre Gorrín y los jefes de la Tesorería Nacional fue el excandidato presidencial opositor, Henrique Capriles Radonski, cuando el 26 de mayo de 2013 aireó el tema en Twitter: “Le sonarán al Sr. Gorrín los nombres de Claudia Díaz y Adrián Velásquez a quien le dicen Guarapiche? [sic]”, preguntó apenas seis semanas después de que perdiera frente a Nicolás Maduro la inesperada elección de abril de 2013. Hablaba entonces desde la impotencia que suponía comprobar un boicot en su contra en la televisora Globovisión a partir del momento en que Gorrín la comprara e imprimiera un giro de 180 grados en su línea editorial.

Los archivos privados del bufete Trident Trust de las Islas Vírgenes Birtánicas no solo advierten que el capitán Velásquez tenía una propiedad en Dominicana, sino que lo retratan recibiéndola de manos de Raúl Gorrín, otro de los venezolanos de un mismo grupo, que Estados Unidos ha señalado como parte de una misma mafia.

Gorrín no respondió a los llamados telefónicos ni a una solicitud formal de entrevista que Armando.info le hizo llegar a su despacho en el antiguo edificio de Compu Mall de la urbanización Las Mercedes, en el sureste de Caracas. En Madrid tampoco fue posible dar con el matrimonio Velásquez-Díaz. Su abogado hasta ahora, Ismael Oliver, dijo que los dejó de representar. Sea como sea, aquí no solo hay un botín de mil millones de dólares en entredicho sino que también se expone la radiografía de lo que varios analistas han mostrado como un “caso bisagra”. Un ejemplo de cómo las élites empresariales y funcionarios del gobierno de Chávez se articularon para sacar provecho de las arcas del Estado.

JD Supra, uno de los principales sitios web de gestión, cumplimiento bancario y lavado de dinero en Estados Unidos, el año pasado incluyó a este en el top 10 de los casos de corrupción más gruesos de todo el mundo. No en vano, la imputación en el Distrito Sur de la Florida no solo señala el uso de bienes y empresas offshore para esconder dinero, sino una serie de fraudes interconectados, entre los que destaca otro escándalo que Venezuela comparte con República Dominicana: “Alrededor de 2010, Raúl Gorrín Belisario se asoció con Gabriel Arturo Jiménez Aray para adquirir el Banco Peravia para ayudar en el lavado de sobornos pagados a funcionarios venezolanos y las ganancias de este y otros esquemas”.

Compraron un banco para sobornar… y se lo robaron

A la cabeza de un empresario de Maracay ligado al chavismo, de nombre José Luis Santoro, un grupo de venezolanos aterrizó en 2011 en Santo Domingo para entrar en el sistema financiero local haciéndose de un pequeño banco. Lo compraron y en cuestión de tres años se comieron el dinero de los ahorristas, a través de préstamos fraudulentos y tarjetas de crédito con identidades falsas.

Cinco de los 20 imputados fueron condenados en 2015 por el desfalco de unos 1.400 millones de pesos o lo que entonces sumaba más de 28 millones de dólares, pero la mayoría de los señalados quedaron en fuga, entre ellos los directivos venezolanos. Lo que en Santo Domingo fue denunciado como un robo, años más tarde fue procesado en las cortes de Miami como un esquema para enviar dinero venezolano a Estados Unidos con escala en República Dominicana.

Un grupo de venezolanos, a la cabeza de José Luis Santoro y Gabriel Jiménez Aray, aterrizaron en Santo Domingo para comprar el Banco Peravia. Tres años después se dieron a la fuga tras el desfalco de la institución. Crédito: pinterest / diario el nacional de dominicana.

El segundo a bordo de la institución financiera, el venezolano Gabriel Jiménez Aray, fue detenido y condenado tres años después, pero en Estados Unidos. Allí y ante la corte del Distrito Sur de La Florida admitió que con Gorrín y otros “tomaron la decisión de utilizar el Banco Peravia para pagar sobornos a funcionarios del gobierno venezolano, a cambio de contratos para llevar a cabo esquemas de cambio de divisas y lavar el dinero obtenido de ejecutar esos esquemas de cambio de divisas”.

Otros de los responsables de la quiebra del Peravia siguen prófugos. Entre ellos figura el ciudadano venezolano-estadounidense Lorenzo Alejandro Laviosa López, cuyo abogado fue precisamente el mismo ciudadano dominicano, de nombre Ángel Encarnación, que los archivos privados del bufete Trident Trust de las Islas Vírgenes lo muestran al frente de la empresa Settingsung Group y del terreno en Punta Cana que recibió del ex escolta de Chávez.

Cliente misterioso

Encarnación, ahora funcionario del gobierno del presidente Luis Abinader, responde que a Laviosa lo conoció en Estados Unidos en el año 2015 “no en calidad de venezolano, sino de ciudadano norteamericano”, y luego mantuvo comunicación telefónica con él para representarlo hasta 2016 frente a los cargos por los que aún lo solicitan en Dominicana.

Sobre Adrián Velásquez y la empresa Settingsun Group asegura que no es ni fue el dueño del terreno. Si bien asumió el cargo de director de la empresa, asegura que se trataba de un servicio privado como parte de sus actividades como abogado del bufete dominicano Legal Staff. “Fue un cliente referido a nuestro despacho por grupos empresariales muy reconocidos en la economía dominicana”, apunta en una carta que hizo llegar en simultáneo a El Informe con Alicia Ortega del Grupo SIN Armando.info, que hoy presentan este trabajo en República Dominicana y Venezuela simultáneamente. “Hablo de grupos en los sectores turísticos e industriales”.

El abogado no precisa a quién representaba a la hora de asumir el cargo de director de la empresa. Insiste, de cualquier modo, que pactar la venta y atender a Guarapiche no era un problema en 2014: “Al momento de interactuar el señor era residente dominicano y español con permiso de residencia legal y cédula vigente. Contaba con referencias bancarias adecuadas y pasaba todos los registros que normalmente hacíamos los abogados para asumir la representación de clientes de conformidad con las legislaciones vigentes para esa fecha”.


  • Este es un trabajo investigado y publicado en simultáneo en Armando.info y el programa El Informe con Alicia Ortega, del Grupo SIN.
  • Aníbal Pedrique colaboró con esta investigación.

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