Venezuela: escenario de una guerra internacional

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El dictador Daniel Ortega conversa con el canciller cubano Bruno Rodríguez, al lado el designado gobernante de Cuba Miguel Díaz-Canel y el dictador venezolano Nicolás Maduro, en la cumbre del ALBA, en La Habana.

La ocupación de Venezuela por fuerzas internacionales es un hecho que ha creado una nueva situación en la región. Los ocupantes no son visitantes sino codueños


 

Carlos Blanco / Diario Las Américas (USA) – 22/07/2020

Somos un país tomado por fuerzas extranjeras a las cuales se les ha hecho entrega de lo que un ejército de ocupación ansía más: territorio seguro. Incluso, la nacionalidad venezolana formal de muchos de los integrantes del régimen no oculta su función como agentes de la ocupación foránea.

Los que sojuzgan el país son los miembros de diversos estamentos del régimen cubano, los militantes de la disidencia de las FARC, los cofrades del ELN, los piadosos de Hezbolá, la caravana de angelitos del narcotráfico, los depredadores del Arco Minero, los caritativos iraníes, los cleptómanos asociados a Daniel Ortega y Evo Morales, los devotos de Podemos, los carteles de militares en sus negocios multinacionales de drogas, armas, lavado de dinero y crimen, así como las bandas criminales que controlan espacios, cárceles, sectores, con mayor poder de fuego que las policías, varias de las cuales son policías de 8:00 am a 12:00 m y bandidos a tiempo completo. Por si fuera poco, Venezuela es hoy una de las más gigantescas lavanderías de dinero ilegal del planeta. La ayuda de Rusia y China no les sobra.

La ocupación de Venezuela por fuerzas internacionales es un hecho que ha creado una nueva situación en la región. Los ocupantes no son visitantes sino codueños de una nación deshilachada: son accionistas de la corporación criminal que tiene el poder; se puede discutir sobre el porcentaje accionario pero no sobre la realidad de su posesión. Esta corporación internacional ha tomado posesión de un territorio que es algo que toda empresa delictiva necesita y que no va a soltar si no se le fuerza.

Lo anterior indica que ya Venezuela es el escenario de un enfrentamiento con actores internacionales. El problema real es que los venezolanos han combatido muy solitarios a ese poder en términos de fuerza real. Es cierto que hay una gran solidaridad del mundo con los que luchan por la libertad dentro del país; hay manifestaciones políticas importantísimas; pero, en términos de fuerza, no hay acompañamiento doméstico.

Es verdad que las sanciones a los personeros del régimen los cercan; es verdad que las operaciones militares en el Caribe los intimidan; sin embargo, esta política de cerco y asfixia opera a un plazo mayor que la descomposición interna, que la desolación de los ciudadanos, el desastre de los servicios y, ahora, los efectos de la pandemia.

Si hay conciencia de que se desarrolla una ocupación del país por parte de fuerzas extranjeras criminales y si en su territorio se libra una guerra de cuarta y quinta generación simultáneas, donde hay fuerzas invasoras, no hay forma de recuperar la libertad que no sea con el apoyo de fuerzas extranjeras.

La idea de que los venezolanos demócratas, con su decisión y arrojo, pueden derrotar a Maduro y su Alto Mando, a los cubanos, iraníes, narcotraficantes, ELN y FARC, colectivos, y a cuanto cofrade de mochila y fusil corretee por allí, es equivocada y lleva a consumir más vidas de ciudadanos valientes y generosos.

Estas razones son las que abonan para que, al amparo del TIAR y de la OEA, se invoque el apoyo de una operación cuya finalidad sea rescatar el territorio, estabilizar la situación doméstica y comenzar la reconstrucción del país, bajo la inequívoca dirección de las fuerzas que dentro de Venezuela han de liderar el proceso pero que no cuentan con la fuerza suficiente para lograr los objetivos.

Recordemos las legiones, británicas e irlandesa, al mando de Bolívar en Boyacá y Carabobo… digo, solo como referencia histórica.


  • Twitter: @carlosblancog

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